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Cubría el espacio la crepuscular penun1-
bra.
-Entra. buen KuUunchima-díjole el
I
lnka al verle inclinado y adora,nte, los
brazos tendidos
y
cabizbajo.
El general rindió nuevos homenajes
al
Jefe de los Jefes
y
puesto de
pié
en su
presencia, agradeció el honor de ser
re–
cibido.
-Habla-le insinuó el Rey..
Y
Kullunchin1a comenzó
a
decir..:
t-Gran Señor Nuestro, bien conoces
la devoción que yo
y
los
~íos
tuviéramos
u
eal Casa;
mis
antepasa–
i
do s- de tu Aillu
y
contribu·
ce tar los dominios del Im-
~~;,;;_
't J'.oOIC'!h-'1-~Q
ia grandeza. Mi madre fué
tía vuestra. Vínculos. de sangre unen tu
Aillu
y
el
de mi
orígen. Los Rauraj fu1-
·mos, bien lo sabes, de los primeros seño–
res del
Kosko.
-Y qué deseas?, le interrumpió el In–
ka, den1ostrando cierta impaciencia.
-.:.Señor Unico, para mí nada he de pe–
dirte. Soy viejo
y
ya pronto habré de re–
tirarme como nuevo
poblador
de Upa–
marka. Es para Kusipuma , tu fiel soldado,
el. joven valeroso que mató de su mano
veinte Rollas, que ruego a tu Realeza le
concedas una gracia.