marchando en la expedición, los otros a–
rrancando a la tierra el alimento con que
aquellos lucharán animosos
y
fuertes.
Los sacerdotes
y
las vírgenes, vuestras
esposas, vuestras hijas, vuestras madres
os coronarán vencedores el día que vol–
váis de los Llanos con la grata noticia de
vuestra victoria.
Vuestro Inka os acompañará como pa–
dre amoroso. Antes de la nueva luna, es–
taremos tooo juntos".
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el
e mlisicas ensor–
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ariJno, l .flauta 8e Pan y la
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)>Oblando
el
espao-io con
el estruendos rumor· de un encuentro
guerrero. Las masas rojizas de adorantes
co1nenzaron a moverse como un caudal
que se desborda lentamente.
El Inka bajó de su pétreo estrado y,
puest.o en las andas de oro, retornó a la
ciudad en hombros de los fieles Chumpi–
\v.illka.
Y
tras él, en andas de plata,los Cura–
cas aliados, los parientes, lós nobles se–
ñores, los grandes capitanes.
En ·llegando a la gran terraza de Ka:sa–
na, todos bajaron a des-cansar en tierra,
y
comenzó el almuerzo en común, servido
cada señor por su señora, el Inka por la