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La luna se perdía detrás de Pij chu. Un
grave silencio brotaba de los
recintos de
piedra. Kusipuma, sorr1brío, pensaba
en
su
destino.
A
las primeras claridades de la aurora,
cuando el Sol encendía en grana los cie–
los, Kusipuma determJinó su suerte. Con–
quistaría a
los
Antis.
biblioteca
nacional
del perú