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R. CÚNEO - VIDAL

las salinas

~onocidas

en nuestros

dí.as

como

de los Ailllagas,

triun–

fo que fué de las razas

pr~mordiales

americanas y

razón de ser

de sus traslaciones del riñón del continente, a la encu1nbrada

meseta de los Andes.

Cruzando el Desaguadero en su nacimiento, y siguiendo su

curso en un trayecto de aca.so cien leguas, la hueste protocollagua

ocupó la ciénaga de Ooypasa, los yacimientos salinos que hoy de–

cimos de Garcimendoza,

y

los salares de Colcha.

Aquel triple sistema de salares, residuo evidente de una mar

interior que el levantamiehto milenario de los Andes elevó a aque–

llas alturas durante el plazo de las edades g ológicas del planeta,

constituyó

la provisión de sal rnás abundante que humanidad al–

guna haya poseído en época alguna de la historia del mundo.

La posesión de aquel

capí.tulo de riqueza

del antiguo mundo

americano hizo de Tiahuanaco una entidad preponderante entre

las naciones e

estado de behetría que con él colindaban.

Estas com itier0n e1

llevarle los productos de su agricultura,

ganadería e inaustria, a trueque de la sal de las dichosas s·alinas.

La

sal

fué, d-e

~onsi

uiente, la

razón de ser

de la prepon–

, derancia civir

;y

eligiosa de Tiahuanaco, y la

clave

de su misión

civilizadora entre las restantes

estirpe~

americanas.

Estúdiese, a la luz de cuanto venimos diciendo, ei proceso

de las traslaciones de las civilizaciones clásicas del mundo asiá–

tico, africano y europeo, y ·se verá que la gravitación de sus estir–

pes primordiales estuvo relacionada, de igual modo, con trage–

dias telúricas, que las obligaron a repiegarse violentamente

d~

las orillas marítimas de continentes

pr,ovistos de sal,

·a comarcas

en que escaseó un tan útil elemento de vida,

lo cual las obligó a

,

ir en su demanda e;n las mesetas cordilleranas en que sospecharon

su existencia.

Concretemos, para terminar, nuestro pensamiento:

La civilización

protocollagu~

se manifestó en la cuenca ribe–

reña del Titicaca en un terreno que poseyó las condiciones nece–

sarias para su arraigo agrícola y para su paulatino desenvolvi–

miento cultural.