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R. CÚNEO - VIDAL

La palabra significó, en substancia, cosa venerable, 'cosa muy

antigua, hablando de detalles de una comarca, y desde luego de

.razas.

Cualquiera que haya sido el valor etimológico

d~

la palabra,

decimos, subsiste el hecho de que la rama familiar por ella desig–

nada fué fundamentalmente peruana.

La misma, bajo la vestidura simbólica del Aillar Cachi de la

leyenda, concurrió a a cita memorable de Pacaritambo, de consu–

no con sus hermanos los aillares Auquis, Sara y Uchu.

Raza eminentemente montañesa, abstúvose de bajar al valle

del Huatanay, en donde le hab11ía correspondido llevar la vida se–

dentaria de las razas agricultoras.

Sus aillos no pasaron de Huanacauri, en donde al decir de

la leyenda se

petri~icó

su Aillar representativo.

Aquel atenerse a la vida de las alturas, no tuvo un alcance

ajeno al concurso de voluntades que contempló el cerro sagrado en

aquella primera et apa de la fundación del Tahuantinsuyo.

Mientras }Jos aillares del maíz, de la coca y del ají bajaban

al valle del Huatanay y se dedicaban a las faenas de la paz, em–

pobrecedoras las más veces de las cualidades combativas de las

razas, ellos, los Huancas, personificados en el mítico personaje

conocido como el Ayar de la

sal,

tomaron sobre sí el defender de

enemigos exteriores el égido del Cuzco y los linderos, día a día

más extensos del imperio en formación.

Al asumir el papel aquél de pueblo montañés enamorado de

sus cumbres natales, los huancas históricos dejaron en poder

de los aillares agricultores, pudientes, y sedentarios del U.rin Cuz–

co, o sea del Cuzco bajo, el conjunto 'de sus

huañas, ca1ndcs

o muer–

tos que llevaron consigo a la cita de Pacaritambo, en prenda de

que serían respetados los acuerdos federativos que los cuatro Ai–

llares celebraron en aquella ocasión; muertos que los aillos cuz–

queños sedentarios depositaron, sin duda, según

cos~umbre

nacio–

nal, en las

canchas

de la ciudad imperial, o bien en los ceques del

1

camino del Cuzco correspondientes al Cuntisuyo.

Es de creer que día llegaí['Ía en que los Huancas ecuatorianos