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R• .CÚNEO - VIDAL
En casos parecidos el postulante a miembro de la comunidad
aillal acostumbraba colocarse sobre la linde de las últimas tierras
cultivadas poseídas por el aillo de que formó parte.
Fijando como punto de partida el pri:r;nero de cuatro guija–
rros que llevó en su regazo
(
1nillga, minga
o
menea,
en las lenguas
aimara y quechua) lo arrojó delante de sí con cuanta fuerza pudo,
con lo cual quedó ;fijada la longitud de la parcela futura.
Con otros dos guijarros y con igual procedimiento fijó la la–
titud de esta última.
Mediante este arbitrio, que continúa en uso en ciertos distri–
tos del d.epartamento de Junín, la extensión de la
sayana
depen–
dió de la fuerza física de aquel que hubo de cultivarla.
Dicha extensión de tierras, por lo común fué de cinco mil
varas cuadradas, recibió el nombre de
topo,
por el hecho de que
la mujer de
aillumasi
acostumbró plantar en los sitios señalados
por la caída de los guijarros demarcadores que acabamos de men–
tar, los
topos
o anfileres que acostumbró a llevar prendidos en su
llijlla
o manto.
Un aillo ocupó, dle consigl!l.iente, un número determinado de
sayanas,
a cuyo conjunto se dió el nombre de
suyo.
La República aplicó al
suyo
indígena el nombre
latinizado
de
pago
en el sentido de heredad colectiva.
Un conjunto de cacicazgos menores se llamó
marca
y fué go–
bernado por un cacique mayor.
Un conjunto de marcas constituyó un
hattun suyo
o
suyo
1nayor.
El conjunto de los cuatro grandes
suyos
clásicos, a saber : el
Collasuyo o suyo de los Collas, el Antisuyo o suyo de los Antis, el
Cuntisuyo o suyo de los Cuntis y el Chinchasuyo o suyo de los
Chinchas, constituyó el Tahuantinsuyo o sea el Perú de los Incas.
El caserío principal de una
marca
se llamó
llacta
o
illacta
en
el sentido de
el pueblo,
y en la inteligencia de que debió contener,
además de la casa del cacique, la casa o adoratorio del
Illa,
o del
!llapa,
o del Dios Trueno.
Ccatu,
como en los ejemplos siguientes: Characato, Catumar-