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R. CÚNEO -VIDAL
cual
senta.rse
resultó convertido de inesp.erada manera en
tierras
que tiemb"ban.
Como quiera que S'ea, el titulado culto de Kon no tuvo que
ver con los terremotos ni con los resoplidos del Averno, cosa que
· de ser justificable, habría sido mencionada por los explicadores
de la filosofía andina anteriores a Barranca; siendo él, buena–
mente, el de los
Muertos Sentados,
cuya metrópoli religiosa fué
Tiahuanaco.
Cúpoles a los Sulloo Collaguas, Collaguas segundones _o
P~u
car Collas de Chucuito y a los Collo-Lupatas de las dependencias
de JVIoquegi.1a y Tacna la honra de fundar el sabeísmo peruano.
Situados los primeros en una elevada meseta, sobre la cual
explaya de ordinario
un
~rmamento
de pureza indecible, y esta–
blecidos los segundos en una serie de valles asoleados, que todo lo
'debieron a la luz y al calor del astro del día, sin echar en olvido
el culto familiar de los Muertos, ellos jnauguraron el culto del
Sol, astro en que vieron una entidad de un orden superior a
cuanto los rodeó.
El advenimiento de una nueva fórinula de creencias encami–
nada a relegar a
s~undo
lugar el culto ancestral de los Muertos
Sentados, ha debido ser resueltamente combatido por el sacerdote
... i
de Tiahuanaco.
Este temió ver desaparecer la. preponderancia religiosa y ci–
vil de su urbe.
Tebas, como quien dice, temió verse supeditada por Helió–
polis.
T.odo nos induce a creer que aquella desavenencia ·entre dos
ram~.
de una sola familia ancestral no tardaría en degenerar
en abierta guerra civil.
La confederación
collolupaca
expedicionaría sobre Tiahuana–
co, pondríale cerco y rendiríalo,
de~pués
de exterminar a sus sa–
cerdotes
y
de dispersar
.a
su oligarquía compuesta de aillos pri–
vilegiados.
Y es de creer que, llevando adelante su encono, collaguas
y
lupacas, engreídos con su triunfo, arrasarían el hipogeo de Puma
;