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QUECHU.A.-C.A.STllLL.ANO
correré, como a mi carne y sangre; por tanto,
no dejes de acometer cualqniera hazaña,
por
grande que sea, qne convenga a la rnagesfod
de tu sangre y a
la grandeza de tu Imperio,
que yo seré siempre en tn favor y amparo y
te buscaré los soconos que hubieses meneRter.
Di chas estas palabras. dij o el Príncipe, se me
desapareció el Inca
Viracocha,
que no le ví más;
y yo tomé luego
el
camino
para
darte cuenta
de lo que me mandó te dijese.''-III.
XXI.
Sobrevenida
a
poco la
n~belión
de los Ohan·
cas, a quhmes venció el Príncipe entre Sacsa·
huana y el Oozco, mando erigir a
Vfracocha,
en
Cacha,
el Templo qne se describe a conti·
uuación: "Para mayor estima de
su sueño, y
para per
tuarlo en Ja memoria de las gentes,
mam.dó1
ne·
Vi'racocha
a ha er en un pue–
blo lla:m do
Cae a,
q ne está a diez y seis le–
guas
,e
:a
ciudad del Cozco, un Templo a ho–
noT
e--V.e-l:encia de
slll
tío la Fanta::;ma, que se
le apareció. Maudó que la hechura del
'l'em–
plo imitase, todo lo que fuese posible, al
l u–
gat donde se le apareció: que
faese como el
campo, descubierto, siu techo: que
le hiciesen
una capilla peqneña, cnbierta de piedra, que
semejase al cóncavo de
Ja
peña. donde estuvo
rncostado: que tuviese un soberado alto del sue–
lo,
traza y obra diferente de toda cuanta aque–
llos Indios, antes ni desp11és, hicieron: porqae
11unca hicieron casH ni pieza con ·soberado. El
templo tenía ciento \·eintA
liies (treinta y tres
metro&,
tl"ei11ta y
Beis
centímetros)
de hueco,
en largo, y ochenta (veintidós metros
veinti·
cuatro centímetros) en ancho. Era
dA
<.:aJJtería
pn lida, de piedra hermosamente labrada, cou10
es toda
la que labran aquellos Indios. Tenía
cuatl'o -paertas, a
las cuatro µa r1es principales
del cielo; las tres estaba u cenadas , quA no eran