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EL INCA GARCILASO DE LA VEGA
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al prínci
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pe su hijo, no eon el regocijo, 1a alegría y
contento .que
s-e esperabade hazaña tan grande
y
victoria tan.
desconfía.da, sino con un ·semblante
grave y mela
ncólico, queantes mostraba pesar
que plaeer .
En aquel auto público pasaron entre ellos po–
cas palabras; mas después · ·en :secretO. hablaron
muy largo.
Sobr~
qué fuese la plática no lo saben
decir los indios, más de que por conjeturas s·e
entiend_e, que debió de s·er acerca de cuál de ellos
había de reinar, si ·él padre o el hijo; porque de
la
plática s-ecreta salió resuelto el príncipe, que su
padre no vol.viese al Cuz-co, por haberla desampa–
rado. Y · como la ambición
y
deseo de reinar en
los príncipes esté -tan dispuesta a abrazar cual–
quier aparente color, bastó .s·ólo esto para quitar
e1 reino .a :su p-adr·e. El .cual di-<$ -lugar a la deter–
minación de su hijo, porque sintió inclinada a su
deseo toda la corte, que ·era la cabeza del reino,
y por evitar ·escándalos
y
guerras ci·viles,
y
par–
ticularmente porque no pudo más, .consintió en
todo lo ·que el prínciP.e quiso hacer de él. Con este
acuerdo trazaron luego una casa real -entr·e la -an–
gostura de Muyna
y
Quespicancha, en
1
un s.itio
ameno (que todo aquel valle lo ·es) con todo el re–
g3:lo
f
·~elic~as
-que .s·e pudieron
im~g~nar,
de huer–
tas y Jar
0
d1nes y otros entreten1m1entos reales
de caza
·y
pes.quería.
Dacia la traza· -de la casa, cuyas reliquia's y
cimientos hoy viven, se volvió el príncipe Vira–
cocha Inca a la ciudad,
y
dejó la borla amarilla
y
tom-ó
~a
colorada. Mas aunque él la traía, nunca
consintió -que su padre se quitase la
su~a:
que de
l.asinstgnias se hace poco caúdal, .como falte la
realidad del imperio
y
dominio. Acabada de la–
brar la casa, 1e puso todos lo:s criados y dem·ás
XLIII.
Quespicancha
o Quispicanchi: Está al sur
del Cuzco, más cerca de la ciudad que Moina.