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La procesión
d~
la
mu~rte
(CRÓKICA CAJAMARQUINA DE LA ÉPOCA DEL VIRREY
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ES
DE GUADALCAZAR
RA
la ciudad de Cajamarca, allá por los
años de 1620, una triste aldea que ave–
cindaba apenas a catorce españoles, al–
gunos de ellos casados, entre los que
se encontraban el co_·:-3:id)r ,
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entonc:c:s don Francisco Cañizares. La
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antigua metrópoli del norte del Perú
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:,_ incaico, centro del poblado dominio de
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los caxamarcas, la deliciosa estancia del
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Inca, en el Norte del Tahuantinsuyo,
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había perdido bajo .el régimen colonial
su importancia y celebridad. Caído Atahuallpa el año 1533 y
abandonada la ciudad por las huestes españolas que se tras–
ladaron al Cuzco, la ciudad imperial
fué
dada en encomienda
a Melchor Verdugo, compañero de Pizarra en la conquista
y
valiente soldado de infantería en la captura del Inca. Verdu–
go gobernaba su corregimiento desde Trujillo, donde se había
avecindado,
y
sólo dos veces por año visitaba sus haciendas
de Caxamarca, dice el cronista Gutiérrez de Santa Clara.
Pero no obstante la decadencia que como centro urbano sufrió
la célebre ciudad, su extenso valle
y
el vasto territorio de las