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EL PAIS DE LA SELVA
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daban fuera del país de la selva. Diaguitas y
J
uris des–
aparecieron pronto como entidades colectivas, bajo el
régimen colonial. Habían sido inteligentes, trabajadores
y nobles; hablaron una lengua rica y expresiva, amaron
el progreso, contribuyeron á la formación de nuevos
pueblos como la suntuosa Esteco ; y la sobrevivencia de
~u
lengua, aprendida por el español, y el hijo del es–
pañol hasta nue3tros días, es una prueba más que sufi–
ciente de sus excelencias sociales. Es esta nueva raza, la
que hizo de la ciudad de Santiago del Estero, fundada en
Diciembre de 1553, ó Marzo de 1554 (pues extraviada el
acta no se ha conseguido fijar la fecha con precisión)
-
«
el Semina io de la Conquista ))
-
como la ha
llamado el Padre Loz no. Centro civilizador de todo el
Norte argentino, de allí salieron los exploradores y evan–
gelizadores del país de a selva, cuya 1netrópoli ha sido
por ejecutoria de reyes y por derecho de primogenitura.
Ella fundó en el septentrión y en el occidente las nuevas
ciudades que serían el protoplasma ele nuestro sistema
federal, mientras por el oriente luchaba con la grande y
1nisler-iosa zona del Chaco, que confinaba en el Para–
guay legep.dario. Los mapas relativamente modernos de
~I.
de l\1oussy marcaban el Salado como límite de San–
tiago, según la tradición de
1
a colonia. Por allí pulula–
ron mocovíes, tonocotés, abipones, matarás, estecos,
tobas y n1atacos, tribus de una raza distinta, más bien
antagónica de la civilizadora raza del Dulce. Los des–
cendientes del pueblo que habló la lengua de los qui -