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EL PAIS DE LA S-ELVA

U5

Negro; ofrecimiento de p0riódicos sacrificios, tales

como frecuentes hoinicidios n1aléficos,

daños,

é

in1no–

lación de un párvulo cada quince ó treinta días; ratifi–

cación personal de todos los j ura1nentos en presenüia

del diablo,

y

marca puesta por éste sobre lugares secre–

tos, en el cuerpo desnudo del inicjado, prefiriendo las

partes sexuales en la mujer. Desde luego, fuera impo–

sible, ogaño, hallar un habitante de la selva que hicie–

se tan pavorosas revelaciones, obtenidas en pretéritos

tiempos

y

otros países; so pena de bestiales torturas.

También es posible que se las ignore lotahnente, aun

cuando vino con mision_eros

y

conquistadores, todo el

aparatoso proce (}imiento de los tribunal es eclesiásticos.

rchivos tucumanos, juicio de

brujería corrio el

o@so i coado

á

la india Luisa Gon–

zález, á quien

ttsa-ron,

~n

1688, de haber inaleficiado

al capitán don Diego de Bazán, vecino feudatario de

la villa,

á

la sazón cabeza de la frondosa provincia

mediterránea. Datos suministrados por historiadores

coloníales, per1niten inducir que los españoles juzga–

ban acto de adoración al Den1onio , toda creencia

ó

rito

·indígenas, así se refiriesen

á

deidades que , (( en aquella

gentilidad;

»

correspondían al propio principio del bien

que en el catolicismo la Virgen ó la Santísima Trini–

dad. Supersticiosos ellos inisn1os en mediaciones satá–

nicas, buscaban

á

quien atribu ir el daño, apenas se

.

'

encontraban en presencia de un inal inexplicable

ó

rebelde, con10 el cloronismo de la grande histeria,

ó