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EL PARAISO PERDIDO
cujus neque apud Alegambem neque apud
Sotuellum, mentíonem ullam invenio. Certe
memini alicubi me vidisse ejus inscriptio–
nis opus, q uod tamen' ni si vehementer fal–
lor, non hujus nostri, sed alterius nescio
cujus nomen prreferebat.»-La obra á que
alude Caballero sospechamos que pudiera
ser la de «El Forastero Se alienta con la
proteccion del Ill vstriss. Señor el Señor
D. Blasco
d~
Aragon, y Cardona.... Intro–
d vcele Iacinto Arnal de Bolea sv Avtor
Primer Contador de cuentas de la haci enda
de su Magestad en el Reyno de Cerdeña....
En Caller. En la Emprenta del Doctor
Antonio Galcerin. Por Bartholome Gobet–
ti.
I
636. Con licencia de los
Superiores~,
en 4.
0
,
de
560
págs., s.
I 2
hojs. de port ., etc.;
pero ni Gallardo
(1,
305, núm. 282), ni
Toda (págs. 74-5), ni ninguno de cuantos
mencionan esta obra, dan la menor señal de
que tengan por supuesto el nombre del
contador Arnal de Bolea que se lee en su
portada.
5838.- El
Paraíso perdido de Milton :
Traduccion en verso castellano por An–
tonio Fernández de Palazuelos.
Aseg ura el P. Enrich en su
Hist. de la
Comp. de Y:esús en Chz'te
que el P. Fernán–
dez de Palazuelós publicó, «bajo el pseudó–
nimo de
Filopatro,
su traduccion del
En–
sayo del Hombre,
escrito en inglés por Ale–
jandro Pope; y con el suyo propio, segun
él atestigua en esta edicion, dió á luz su
-trad uccion de
El Paraiso p erdido,
poema
·de Milton,
y
la del libro de Job» (u, 457).–
Esto último lo tomó, sin duda ninguna, el
P. Enrich de la siguiente nota de Caballe–
ro: «Hoc in opere asserit Palazuelus se edi–
disse interpretationes hispanicas libri sacri
Jobi, et paradisi Miltonis» (r, 216}; sólo
que Caballero no dice que el P. Fernán–
dez de Palazuelos atestigüe lo de la impre–
sión de
El Paraíso perdido
en el
Ensayo,
sino en
El Salterio,
y mucho menos que
aun ahí lo dé por impreso con su propio
nombre.
Como quiera que sea, en el
«Ensayo del
Hombre....
»
(descr. en el núm. 817) no hay
la menor referencia ni alusión al
ParaÚO/
donde la hay realmente es en la portada de
«El Salterio Davidico....
»
(descr. en el nú–
mero 804), donde el P. Fernández de Pala–
zuelos se declara «autor de la [traducción]
de Job, de los canticos, de Pope i
d~
Mil–
ton ec.», así como también en los
«Canti–
cos de Saloman....
»
(en el núm. -264), «de la
del Salterio, de Iob, i de Milton ec.», y en
«La Tertulia del Ab. Bondi....
»
(en el 1137),
«de la de Job, de Pope, de Milton, i de Pa–
rini».-Á cualquiera de estas tres obras pu–
diera haber apelado el P. Enrich si tenía
empeño en sostener que se había impreso
· también
El Paraiso perdido,
aunque ni de
ésas le fuera fácil deducir, como se ve, que
se imprimiera justamente con su nombre,
puesto que no se halla semejante indicación
en ellas. Lo único que en buena lógica pu–
diera deducir de su texto literal sería que el
P. Fernández de Palazuelos había traduci–
do también el poema de Milton, como era
la verdad, pero no que llegara ,siquiera á
imprimirlo de un modo ó de
otro~
Aun esa
consecuencia de que, cuando menos, lo im–
primió, que es la que, sin
descen~er
á
más
pormenores, admite Caballero, hubiera sido
gratuita, y de hecho enteramente falsa, si
bien aparentemente conforme
á
lo que di–
cen en sus portadas las tres obras.
Hacía tiempo que se habían publicado
las tres, cuando todavía conservaba inédita
el P. Fernández de Palazuelos su traducción
de
Et P araiso perdido,
como consta por la
correspondencia que extractamos al descri–
bir en el núm.
-i109
«La Divina Provt'den–
cz'a ....
»,
ó sea la ·traducción del «libro de
Job», posterior también· á las tres de
El
Salterz·o,
los
Cantt"cos
y
La Tertulia,
é
im–
presa aun
é~a
á nombre, no de su traduc–
tor, como afirma el P. Enrich, sino de «un
Filopatro expatriado».
Si á imitación de todas esas
tr~duccio
nes llegó ó no
á
imprimirse la de
El Pa–
raz'so perdido,
que, seguramente, debió de
ser una de las primeras del P. Fernández
de Palazuelos, es cosa que no podemos afir–
mar ni negar, aunque nos parece más pro–
bable que hubo de quedar inédita. Nos–
otros, á lo menos, no hemos logrado ver
ningún ejemplar impreso de ella, ni sabe–
mos de quien lo haya visto;
j
los que la dan