RESURRECCIO DEL DIARIO
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de la época, el
Soneto
que aquél escribió al
tener noticia de la desgraciada muerte del
Carmelita-Trinitario, y nos conservó Be–
negasi y Luján en su
Fama
Postlmma del
Rmo. P.
Fr. Yuan
de
la
Co11cepcio11
(pág. 62*).-Añádase también que en la pun–
tualísima lista, y muy
al
por menor, que de
las obras impresas de Fr. Juan se nos da
en esta
Fama Posthuma
(págs. 55-65), no
se menciona la
Resttrrecciou del Dian'o:
señal inequívoca y evidente de que no es
suya; cuando quiera que, á serlo, y aun á
sólo sospechar Benegasi que lo fuera, no
dejara de mencionarla y hasta de encu m–
brarla tal vez, y con razón, sobre las de–
más obras de su difunto amigo y protector.
Aüádase, por fin, que el primero que hubo
de atribuírsela, y de quien parece haber
corrido la noticia, sin controversia
1
pero
también sin el debido examen, hasta nos–
otros, fue Álvarez y Baena (m, ·309), escri –
tor demasiadamente propenso, como es cosa
notoria, á aumentar el número y las obras
de los «Hijos de Madrid».
Pero volvamos
á
nuestro «Expulso».
¿Quién será ese infeliz <<sin honra, sin abrigo,
roto, y arrojado de una Compaüia tan Sa–
grada, como la de Jesus»,
á
quien tan dura–
m_ente castiga el Dr. Torres? No otro, de se–
gu ro, sino el maleante Bernardo Ibáñez de
Echavarri, de quien hicimos ya mención,
nada honorífica, en verdad, á los núms.
l
199
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3377
1
etc.-Éste, que, durante su permanen–
cia en el Colegio de Salamanca, había teni–
do ya algunas agarradas y trabacuentas con
el picaresco Doctor de
Pronósticos
y
Al–
manaques,
fué expulsado de la Compaliía
por los aüos de r745 y anduvo por algún
tiempo acudiendo al hambre con la pluma,
hasta que por sus reiteradas instancias y
señales, al parecer, de verdadero arrepenti–
miento, volvió á ser admitido en ella el 1752
para las Indias, donde hubo que expulsarle
de nuevo por díscolo
é
incorregible. No
h allamos á mediados del siglo xvm ningún
otro expulso de la Compañía, á quien pueda
aludir el Dr. Torres.
Pero, aun sin eso, que.fuera él justamente
á
q uien aludía, dedúcese con toda evidencia
de un párrafo muy curioso de M.uñoz y Ro·
mero, del que es bien ·extraño que no se
aprovecharan nuestros críticos. Describien–
do el erudito bibliógrafo la
.E:{útoha de San
Prudenci·o,
publicada con nombre del
Lic. D. Bernardo Ibáñez de Echavarri, dice
lo siguiente:
~El
autor perteneció á la Com–
pañía de Jesus, de la cual fué expulsado
por sus travesuras; por esto le llamaba
D. Diego de Torres expulso de la compañía
de Dios y admitido en la del diablo, segun
refiere el Sr. Floranes, en la extensa carta
que escribió al maestro Risco con motivo
de esta historia, su fecha en Valladolid, á
31 de diciembre de 1780» (pág. 4
1
núm. 4).
Floranes estaba muy enterado de la vida y
aventuras de Ibái'lez de Echavarri; y lo que
recuerda de lo dicho por el Dr. Torres,
está tomado, del título que avisaba éste en
su
Carta
de
20
de Noviembre de 1748,
que debía ponerse
á
las
Ob1·as
del «Ex–
pulso».
Consecuencia de todo lo discurrido: que
el verdadero y legítimo autor de la
R esur–
rección del Dian·I)
no fué el P. José Fran–
cisco de I la ni tampoco Fr. Juan de la CoQ–
cepcicn, siho el entonces D. Bernardo Ibá–
ñez de Echavarri.
Pero vemos que aquí se nos pueden opq–
ner dos dificultades. La primera: cómo,
siendo obra de un expulso
<~sin
honra, s·in
abrigo» y todo lo demás que nos contaba
el Dr. Torres, lleva, sin embargo, al frente
una «Aprobacion, Censura,
o
Revision.» no
poco laudatoria, del « Rmo. P. M. Ped-ro
Fresneda, de la Compañia de-Jesus». La
segunda: cómo es posible que, siendo de
quien decimos, el hombre de quien más de–
licados
y
repetidos elog.ios se hacen en ella
(págs.
I ,
29, 48, etc.), sea precisamente el
P. Luis de Lossada, también de la Compa–
ñía, y uno de los que peor concepto se ha–
bían formado del espíritu y d_octrina de
aquel roedor de vidas ajenas.
Respóndese
á
la primera dificultad con
advertir que, según todas las señales,
~l
P. Fresneda ignoraba .cóya fuese la obr:a
que
~e
le enviaba á censurar por «orden del
Consejo»; y que, aun supuestQ que lo su–
piera, no podía excusarse honradamente .de
dar su dictamen con toda imparcialidad .y
llaneza, al modo que algunO!l 'é\fios adelante
h ubieron de darlo tameién los PP. Agustín