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·RESURRECCION DEL DIARIO

na!; de Madrid, hallamos la siguiente nota,

de mano: «Este tomo tiene quatro pape·

les.... 4. Resurreccion del Diario. Su auct.

Santiago Afvaro. Su verdadero autor fue

el

P.e

Joseph Francisco Isla; como tambien

del Gerundio». - <<lsla [Joseph Franc.

J,

Corcl'on Critico», leemos asimismo en el

Index

descrito al núm. 2539, que es de sólo

~ufores

de la Cornpaüía (hoj.

121).

Sin embárgo, la opinión corriente de

nuestros literatos, según se colige del modo

corno la siguen Barrera

Y.

Leirado (pág. 58),

Cueto

(Hist. crít. de la P oesía espa1íola,

l,

159-60

de la

3.•

ed.), etc., parece que atri–

buye la obra, sin ninguna hesitación ni

cscrúpulo,.al famoso Fr. Juan de la Con–

cepción, de

qui~n· tgyimos

ocasión de hablar

á los núms. f537- 38.

Por lo-Visto, ni los padrinos del Fraile

madrilelio ni los del Jesuíta leonés han de–

bido de

rep~rar,

como era razón, en las

Ú·

guientes cláusulas que tornamos de la

Copia

de. zma Carta, que escribio Don Diego de

Torres al verdadero Autlzor dela R esurrec–

cion de

el

Diario de lllfadrid,

ó

1mevo Cor–

tf_on Critico.

Dice así á la letra la

Carta

del

Dr. Torres: «Hoi he recibido el Papel de la

Resurreccion, y Cordon, con el aviso cierto

de ser V. md. el piadoso Author de esta

Critica.

E~

verdad, que yo tenia evidentes

sospechas, de que no podla ser otro alguno;

pero no he querido dar credito, ni a los

ciertos avisos, ni a las inegables evidencias:

porque no es creíble (ahunque se vela) que

un hombre sábio, como V. md., virtuoso,

que crecib entre las maximas de Ja Piedad,

y de la Religion, pueda emperrarse con tal

ojeriza, y prorrumpir tantas injurias, y bias·

femias contra un Sacerdote honrado, que

no le ha hecho el dafi.o mas leve, antes bien,

que le desea mayores felicidades, y que le

consta a V. md. que vive compadecido, y

lloroso de verle sin honra, sin abrigo, roto,

y arrojado de una

Compafi.ia

tan Sagrada,

como la de Jesus. Es cierto que el Papel,

no es possible, que pueda tener mas duet'io,

que a V. md.¡ porque esta lleno de su in–

tencion, de su vieja costumbre, y de pala–

bras, expressiones,

y

noticias, que yo mismo

he oldo a V. md. la primera, y ultima vez,

ci.ue

n~s

hablamos en la Puerta de el Sol

de Madrid....: los tres .nombres de los Au–

thores Pedro, Raimundo y Antonio son

fingidos, y mentirosos; y assi para que nadie

tenga que poner tacha alguna contra los

fines de el J='.apel, puede V. md. poner la

portada siguiente, que es toda verdadera.

Disparates, Mentiras,

y

Blasfemias, contra

un Sacerdote.... Dedicado a Lucifer, Prin–

cipe de las tinieblas.... Escrito por un Ex–

pulso de Ja"Compat'iia de Jesus, nuevamente

acogido a la de el Diablo. Vendese en los

infiernos, donde se hallaran todas las Obras

de este Author....\} (págs. 260-61

1

262-63

del t.

x

de las

Obras

del Dr. Torres).

Así éste en su

Carta

de Salamanca

y

No–

viembre 20 de 1748.- Algo más adelante,

desde el mismo punto, á

6

de Diciembre del

mismo ai'lo, en la

Delacio11 de Don 1)1'ego

de Torres

de

dos, que se le cayeron en la

Copia de la

Carta.al

verdadero Texedor de

el Cordo11 Critico,-

y

ta111bie11 es otra Carta

a

el mismo Maestro de Cordoneria,

insiste

de nuevo en que el verdadero autor de la

Resurreccion del Diario

es el <<Expulso»

(ibid.,

págs. 266-27 1).

¿Podía ignorarlo el Dr. Torres, ni hablar

con tal desenfado y convicción á no estar

muy seguro de lo que decía? Pues, si lo es–

taba,

y

no hay fundamento para sospechar

que no lo estuviese,

y

el autor de la

R e–

s11rreccion del Diario

fué realmente, según

él, un <(Expulso de la Compat

'i.ia

de Jesusl>,

andan errados los que le confunden con

Fr. Juan de la Concepción;

y

errados igual–

mente, los que quisieran confundirle con el

P. José Francisco de Isla. Ni aquél perte–

neció jamás á la Compaüía, ni dejó éste

nunca de pertenecerá ella.

Esto por una parte: que, por otra, ¿quién

hay que, leyendo, más que sea de prisa

y

medio dormido, algunas páginas de la

Re·

surreccion del Diario,

no repare en que no

puede haber cosa más ajena, y aun, por lo

regular, más contraria al lenguaje, estilo

y

opiniones personales del autor del

Fray Ge–

rzmdio de Campazas?

Dígase lo mismo respecto á Fr. Juan de

la Concepción; y recuérdese por añadidura

que fueron siempre grandes amigazos y

compadres el Doctor salmantino y el Fraile

madrileño. Testigo, entre otros

documen~o~