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METODO DELLA DOTTRI

347

Parécenos que no es gratuita ni casual la

intervención del P. Rubino en esta

Razon

del estado de la crt'stia11dad/

y que puede

ervir no poco para explicarla satisfactoria–

mente la cláusula de una carta del P. Vice–

provincial Feliciano Pacheco, de 18 de Abril

de 1668, al mismo Fernáodez avarrete que

la reproduce, y en la que se da cuenta de

un «entero volumen que se hizo en Manila

por los Padres Diego de Morales, y An–

tonio Ruuino año de 16.

p

~

(n, 324).–

Á

este «entero volumen (el volumen

integrum » del r. Palafox) se refiere tam–

bién el propio Fernández t\avarrete en

carta suya de 22 de Abril de 1668 al

P. Luis de Gama, en que le dice: «Quanto

a lo que.... trae el Padre Vice-Prouincial

del tratado de el Padre Morales, digo, que

el at'io de 46. yo, y todos los de mi barcada

le vimos en Mexico, el qua! lleuaua el

Padre Magino Solar [ ? alá

J

a E paña.

Allí hizo vna respuesta el P. Fr. luan

Bautista de Morales la.qua! se entrego al

eñor Obispo Palafox, que fue el que nos

dio vn traslado que hizo del tratado, que

el Padre Magino le dio

a

ver. En Manila

le vi tambien , y despues aq ui en China....»

(n, 332).

Estas palabras nos declaran sin rodeos

ni malignas reticencias lo que nos contaba

.el Sr. Palafox en su famosa

I11oce11cia11n.

De ellas se deduce también que el «en–

tero volumen» e crito en Manila por los

PP. Morales y Rubino, es el mismo á que

respondió brevemente Fr.

]

uan Bautista

en Méjico, y vuelve ahora á responder más

á la larga Fernández Tavarrete: conviene

á saber, el de la

Razo11 del Estado de in

Christúmdad

que lleva en el título el nom–

bre del« Padre Diego Morales».

Y

esto asentado, ¿podría calificarse de

temerario el juicio,

ó

de aventurada la sos–

pecha de quien se adelantara á suponer que

tampoco era diverso de lá

Razou

el

iWetodo

della Dottriua

publicado los aüos adelante

por el P. Marini?-Lo cierto es que Fer–

nán'dez Navarrete estaba muy enterado, tal

vez más que nadie, de cuantos manifiestos

y memoriales escribieron hasta su tiempo

l-0s de la Compañía en defensa de la doc–

trina que enseñaban á sus neófitos en las

Iisiones de la China; y, in embargo, no

menciona ninguno que se hubiera divulgado

á

nombre del P . R ubino. Esto, en su pru–

rito de no omitir nada de lo que sabe, es

señal inequívoca de que no lo conoció; y el

no conocerlo, atenta su exquisita diligencia

en que no se le escapara el menor papel

relativo á su asunto, prueba evidente de

que no debió de existir.

Ya vemos que á esto se nos puede objetar

que, según Sommervogel, hay del P. Ru–

bino, en la Biblioteca Nacional de París,

una «Relazione [?Ragione?J dell'insegna–

mento religio o impartito ai neofiti della

Cina»

(nr,

280); y una « Ri posta [?Res–

posta] as calumnias que os padres de

S. Domingo e de S. Francisco impoem aos

padres da C. de

I.,

que se occupao na con–

ver ar,;áo [?conversao

J

do reino da China.

1641», en la biblioteca llamada de Víctor

Manuel en Roma

(1x,

82~).

Pero, lo primero de todo, habría que ver

de qué época son, y qué seguridades pre–

sentan e o Mss. para que hayan de atri–

buirse cabalmente al P. Rubino; pues de

sus títulos, tal cual se nos copian, no se

deduce que sean realmente suyos, ni consta

cuándo se escribieron. - Habría, además,

que cotejarlos entre sí para averiguar si son

una misma obra, como sin duda ninguna

lo parecen; y cotejarlos asimismo con el de

la Biblioteca de la Univer idad de Sala–

manca, mayormente en vista de que su t(–

tulo está tan en consonancia con el del có–

dice portugués, que bien puede, por sola

ella, calificarse de traducido ó arreglado,

cuando menos, el uno del otro, y con él

también el manuscrito. - Ni es cosa que

deba echarse en olvido que los PP. Rubino

y forales vivían juntos el afio de 16.p en

Manila; que el segundo escribía su

Razon

del Estado de

t1

Chri'str'andad

por orden,

á

lo que parece, cuando ya no en compañía,

del primero; que nada tiene de extraño que,

según eso, se sacaran ejemplares ó trasla–

dos con el nombre de éste, así como hay

uno, por

lo

menos, con el de aquél: ó que,

por mejor decir, conservando el del P. Mo–

rales en el original castellano, se sustituyera

el del P . Rubino, Visitador de las Misiones,

en la traducción así portuguesa como ita-