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MEMORIAS PARA LA VIDA
en el tropo en que estubo en Roma el
Em.m
0
Señor Card. 1 Everardo [Nidhard, de
la Comp. de Jesús] se lograsse lo que años
antes se aviadeseado... : con vanagloria con–
tamos entre uros timbres los Jesuitas haver
uno de [los
J
ñros ya elevado a supremo gra–
do servido a 1ffa nacion, en cosa tan propia,
y tan del servicio de Dios....» (hoj. 204, v.
del Ms.:
cfr.
pág. 160 del impr.).-Esta
cláusula, de seguro que no la pudo escribir
sino una pluma de autor jesuíta.
¿Sería la del llamado «conventual en Se–
villa
a
fines del siglo 17»?-·A la verdad, no
puede negarse que el autor de las
111/emorias
.muestra alguna afición especial á la ciudad
del Betis, y que la última fecha clara y pre–
cisa.que en ellas nos recuerda, es la de 28 de
Mayo de 1675. Es probable que se rigiera
por estas consideraciones el anotador del
códice rnadrÍleño; y que tampoco ignorara
que por el mismo tiempo, y justamente en
Sevilla, se ocupaba uno de la Compañía,
Sevillano por más señas, el P. Juan Berna!,
en escribir una obra, que se esperaba que
había de ser notabílísima,.sobre la Vida del
Santo Rey.-Pero, además de que éste Ja
intitulaba
<~Cronico
y apuntamiento breve
por los años de los sucesos que en el todo ó
en parte tocan á Ja historia del Santo....», y
aun pudiera haberla intitelado simple «Apa·
rato para la historia del anto Rey Don
Fernando.... », como ha habido quien pos–
teriormente la intitulara, según puede verse
en Gallardo (u, 79
1
núm. 1376)¡ y además
también de que era imposible que Manuel
Rodríguez, que hubo de tener copia de ella,
la confundiese con la que iba á publicará
nombre del P. Burríel, consta que el
Cró–
nica
del P. Bernal lo utilizó ya D. Diego
Ortiz de Zúñiga en sus
Anales .lü:les1'asti–
r.os)' Seculares
de Sevilla, mientras que el
autor de las
1\Toticias
se refiere con frecuen–
cia
á
los mismos
Anales
como á obra ya
impresa hacía tiempo, y muy conocida.
Véase esto segundo
á
las hojs. 92
1
v.,
147, v., 178
1
185, v., 196, 200
1
v., etc., de la
Noticias
(págs. 72, 11-l, 13, 144
1
154
1
1·7, etc., del ímpr.).-Cuanto á lo primero,
no hemos de ocultar qne anda algo exage–
rado Manuel Rodríguez al asegurarnos que,
<~quando
Zúñíga escribía los Anales de Se-
villa, que díó á la prensa en 1677...
1
Juan
Berna! tenia escrita la vida de san Fernando
cómo Santo, de la qua! dice que extractó lo
que traslada en ellos» (pág.
111).
Lo único
que hallamqs en Ortiz de Zúñi'ga es que en
un a parte habla de la «vida que escriue [el
P. Berna!] del Santo Rey» (pág. 17)
1
y en
otra añade que sus virtudes «las descríue la
docta, y graue [pluma] de el Padre Juan
Berna!» (pág. 34).- o parece, sin embargo,
que deban interpretarse sus palabras de
forma que se les haga decir que el P. Ber–
na! estuviese escribiendo
Ó
comenzase á es–
cribir su
Crónico
á tiempo que iba él ade–
lante en sus
Anales.
Ortiz de Zúñíga estaba
tan enterado del trabajo del P. Berna! como
pudiera estarlo su tío D. José Maldonado
de Saavedra¡ y éste, en su
Disc1wso histó1·ico
de la Santa
y
Real Capilla,
que escribió el
afio de 1672, lo IJama «Crónica del Santo
Rey, que está para salir á luZ»
(cfr.
Ga–
llardo, 1v,
l
378).
Por lo que hace á la fecha, la más reciente
que nos dan las
Noticias
en términos ex–
presos, es, en efecto, la de 2 de Mayo
de 1675¡ pero eso no impide que su redac–
ci0n sea muy posterior á ella.-La frase de
«siendo Rey de Espafla Carlos 2.º y viviendo
aquella gran Reyna D.3 Mariana de Aus–
tria» (hoj. 203:
cfr.
204 del Ms.¡ págs.
l
59-60
del ímpr.), muestra que las
Noticias
se es–
cribieron certísimamente después de muerta
ya D.ª Mariana á 16 de Mayo de 1696, y,
á
juzgar por la sequedad con que se nombra
al Rey, muerto asimismo üarlos II á
1.º
de
Noviembre de 1700. Por donde se ve que
mal pudo ser autor de las
Notici'as
el
P. Berna!, que había dejado ya de vivirá
1- de Marzo de 1699
1
de 80 años de edad.
Cuanto á las muestras de afecto de quien
lo fuera, nada más natural en quien, aun
sin ser Sevillano, ni siquiera Andaluz, se
afana en celebrar las glorias de un Santo y
Rey tan querido y festejado, como todos
sabemos, en aquella nobilísima ciudad, li–
bertada por él del yugo de los moros. Fuera
de eso, no puede sacarse de las 11
oficias
el
menor indicio de que se hubiesen escrito en
Sevilla. - En cambio, tropezamos en ellas
con tal cual insinuación que da á entender
precisamente lo contrario: conviene á saber,