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2:JO

LA SAGRADA BIBLIA

ficarse una copiosa edicion de toda la Biblia

en castellano con destino á las Américas,

para el caso de retardarse la publicacion de

ésta: todo lo dicho, reunido al dictámen de

varias personas sabias y amantes de la Re–

ligion, qlle habian leido ya parte de mis

borradores, y á cuyo voto siempre he creido

deber deferir, hizo que finalmente me re–

solviese á imprimir esta version, despues

de haber implorado del Sefior las luces de

su Divina gracia, para hacerlo de un modo

que cediese en mayor gloria suya y prove–

cho de las almas» (págs. 12-14).

Una de dos: ó todo esto, si bien confir–

mado en lo substancial por D. Juan Manuel

Bedoya

(Memon"as H istóricas de Berla11ga,

págs. 163-165, 178-180 de la

2.ª

ed.) y Cor–

minas (págs. 252-53), es pura farsá y juego

de quien pretende engañar al público, ó no

puede ser traducción del P. Petisco la que

lleva al frente el nombre de Torres Amat.–

Lo primero es de todo punto inconcebible,

bien consideremos el carácter y dignidad

del célebre Sacrista de la Santa Iglesia de

Barcelona, luego Obispo de Astorga, bien

la condición de tantos y tan conspicuos

personajes como intervinieron en este ne–

gocio, no todos amigos de Torres Amat, ni

ignorantes todos, ni mucho menos, de la

existencia, naturaleza y vicisitudes de la

traducción presentada á Carlos IV. ¿Es

verosímil que á ninguno de ellos, ni de sus

confidentes y allegados, se presentara jamás

proporción para deshacer, como debieran,

el vergonzoso fraude que aquí se supone; ó

creible, que todos ellos fueran cómplices y

encubridores del audaz usurpador de tra–

bajos ajenos?

Estamos en que no; y sentimos un pla–

cer vivísirno en confesarlo, aun á costa de

haber de privar á la Compañía de la gloria

que pudiera resultarle de que fuera un hijo

suyo el que, en el destierro inicuo de Italia,

luchando con el hambre y la miseria, en

medio de mil privaciones y amarguras, pro–

veyese á España de una traducción de los

Libros Sagrados, tan perfecta en su género,

que no cede á ninguna de cuantas poseen

las óemás naciones.

E s, pues, completa mente falso, á nuestro

juicio, que T orres Amat, digan lo que quie-

ran los bibliógrafos y redactores de

Revis–

tas

y

Gacetas,

se apropiara la del P. Petisco

para publicarla á su nombre; es igualmente

falso, y aun calumnioso, que, para librarse

de un testigo importuno que depusiera

contra él, llegara al extremo de acabar por

el fuego, según hemos oído asegurar más

de una vez, con el original del manuscrito

tan severamente juzgado en la «junta de

teólogos y personas inteligentes», presidida

por su tío el Arzobispo, en Madrid. .

En prueba de lo uno y de lo otro, y en

comprobación auténtica al mismo tiempo

de cuanto llevamos anotado hasta aquí,

valga la siguiente cláusula del P. Pedro

Cordón, Provincial de la 'Provincia de la

Compañía de Jesús de España, en carta de

Madrid y Septiembre 13 de 1824 al P. Ge–

neral Luis Fortis, que original se conserva

en la Biblioteca de ·la Historia:

di

P. Giu–

seppe Petisco per molti anni Maestro di

Sacra Scrittura ed assai perito nelle lingue

Orientali, spinto dal P. Idiaquez impiego

rnolti anni e molto studio nella traduzione

della Bibbia in Ispagnuolo, che si temeva

fossesi smarrita, ma si

e

trovata in Origi–

nale, e tutta scritta di suo proprio pugno

e

presso di me. Molti desiderano, che si

stampi, a'quali ho risposto, come dovea,

non essere cio in mia facolta ma privativa–

mente in quella di V. P., le cui determina–

zioni attendo anche su cien>.

¿Es concebible que ignorara el P. Cordón

que hacía ya un año que se habían impreso

en !!l mismo Madrid los dos tomos de la

traducción del Nuevo Testamento que corre

á nombre de Torres Amat, y que iban tam–

bién impresos para Septiembre de 1824 los

primeros del Antiguo?-Parécenos evidente

que no.-Pues si es inconcebible que lo

ignorara, é inconcebible por lo mismo que

dejara de curiosear la nueva traducción, y

aun de cotejarla, bien él personalmente, ó

bien por medio de algún otro, con la del

P. Petisco, hemos de con\'enir necesaria–

mente en que Ja manuscrita debía de ser di–

versa de la publicada.

A

ser la misma, no

hubiera omitido esa circunstancia el P. Cor–

dón, así por su misma gravedad corno por

lo que pudiera contribuir en el ánimo del

P. General á que concurriera con su licencia