LA AGRADA BIBLIA
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darme que llevase al cabo y diese la posible
perfeccion
á
la nueva version castellana de
la sagrada Biblia, que babia ya comenzado
á trabajar en
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por encargo del difunto
Sr. D. Cárlos IV. Este augusto y religiosí–
simo Monarca babia manifestado vivos de–
seos de que se fuese perfeccionando todo lo
posible la version que él mismo babia man –
dado hacer al P. Scio.... El Patriarca é
Inquisidor general, y el Arzobispo Abad
de S. Ildefonso, Confesor de .
M.,
con
quienes el piadoso y católico Rey babia
hablado muchas veces de este asunto, con–
vinieron últimamente en que podia encar–
gárseme esta larga , árdua y penosa tarea;
y así lo propusieron
á
S.M., de quien recibí
entónces mismo señales muy honoríficas
del agrado con que miraba mi aficion al
estudip de las santas Escrituras. Y segun
conocí despues, la confianza que concibió
el Sr. Patriarca é Inquisidor general de que
podria yo desempeñar tan dificil comision,
provino mas que de las pruebas que podia
tener de mi aptitud, de haberme visto en
S. Ildefonso enteramente dedicado al "estu–
dio de la sagrada Escritura¡ saber que desde
mi ni1iez babia adquirido algunos conoci–
mientos en las lenguas griega y hebréa, y
haber oido que acababa de pasar algunos
años regentando la nueva cátedra de sa–
grada Escritura, erigida por el sabio arzo–
bispo de Tarragona el Ilmo. Sr. D. Fr. Fran–
cisco Armañá, y que dicho insigne teólogo,
para avivar mi aficion á este estudio, me
babia hecho traducir del hebréo al caste–
llano parte de los Profetas, muchos Salmos
y varios capítulos de la sagrada Escritura
de especial dificultad, dándome con este
motivo luminosas reglas para la traduccion
literal. Tales fueron las razones que moti–
varon el que se me encargara trabajar una
nueva version de la Escritura. Ptnetrado
pues de la mas vi va y respetuosa gratitud
por el honor que me dispensó el difunto
rey
y
Sr. D. Cfrlos IV,
y
animado despues
muy singularmente con la órden de su
augusto hijo el Sr. D. Fernando VII en
que me confiaba de nuevo tan importante
y delicada empresa, me dediqué con todo
mi conato ai desempeño de Ja Real comi–
sion, á pesar de que la miraba superior á
TOMO III,
mis fuerzas; porque siempre con fié mucho
en los auxilios de algunos amigos sabios
y
de sólida piedad, con quienes pudiese con–
sultar los lugares mas dificiles.
«Á
últimos del año
1822,
en el retiro de
una celda del convento de padres Francis–
cos de Sanpedor cerca del santuario de
Monserrate, acabé por fin la larga tarea de
quince años. En virtud de Real órden
de S. M. que me comunicó el Ordinario
eclesiástico, y en consecuencia de lo que
deseaban los censores nombrados tambien
en virtud de Real órden de
10
de julio
de
181
5,
vine á esta Corte para asistir
á
algunas sesiones con que se babia de termi–
nar la censura de mi manuscrito;
y
confor–
mándome al instante con las sabias rtflexio–
nes que sobre algunos puntos se me hicie–
ron, quedó felizmente concluida. Obtenida
despues del Emmo. Sr. Arzobispo Primado
el permiso para imprimir e, como tambien
Ja ingular gracia de . M. de que esta ver–
sion lleve á la frente la régia divisa de su
augusto nombre, que tanto la recomienda,
dí principio á la impresion comenzando
por el uevo Testamento, por ser esta lec–
tura la de mayor utilidad para los fieles en
general, á quienes principalmente se dirige
esta nueva version.
«Pensaba á la verdad pasar casi toda mi
vida trabajando en disminuir sus defectos:
tímido por carácter natural y por el cono–
cimiento de mis débiles luces y talento,
creo que nunca me hubiera atrevido
á
pu–
blicarla. Pero el ver las copiosas ediciones
del uevo Testamento en castellano, que
se están haciendo fuera de Espatia, algunas
de autores no católicos: el saber que se iban
á
imprimir treinta mil ejemplares de la tra–
duccion del Ilmo. Scio, omitidas todas las
notas, aun las mas necesarias,
y
la expe–
riencia del daño que ya ocasionaba la edi–
ción de ocho mil que se despachó en breve,
comenzó
á
ha1:erme vacilar sobre este punto.
Ademas las varias propuestas que se me
habian hecho para qüe dejara imprimir mi
manuscrito, no solo sin ningun gasto mio,
t
sino con muchas ventajas¡ propuestas
qu~
miré siempre como inadmisibles, atendido
el augusto origen de mi comision,
y
en se–
guida la noticia que tuve de que iba á veri-
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