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LA AGRADA BIBLIA

289

darme que llevase al cabo y diese la posible

perfeccion

á

la nueva version castellana de

la sagrada Biblia, que babia ya comenzado

á trabajar en

180

por encargo del difunto

Sr. D. Cárlos IV. Este augusto y religiosí–

simo Monarca babia manifestado vivos de–

seos de que se fuese perfeccionando todo lo

posible la version que él mismo babia man –

dado hacer al P. Scio.... El Patriarca é

Inquisidor general, y el Arzobispo Abad

de S. Ildefonso, Confesor de .

M.,

con

quienes el piadoso y católico Rey babia

hablado muchas veces de este asunto, con–

vinieron últimamente en que podia encar–

gárseme esta larga , árdua y penosa tarea;

y así lo propusieron

á

S.M., de quien recibí

entónces mismo señales muy honoríficas

del agrado con que miraba mi aficion al

estudip de las santas Escrituras. Y segun

conocí despues, la confianza que concibió

el Sr. Patriarca é Inquisidor general de que

podria yo desempeñar tan dificil comision,

provino mas que de las pruebas que podia

tener de mi aptitud, de haberme visto en

S. Ildefonso enteramente dedicado al "estu–

dio de la sagrada Escritura¡ saber que desde

mi ni1iez babia adquirido algunos conoci–

mientos en las lenguas griega y hebréa, y

haber oido que acababa de pasar algunos

años regentando la nueva cátedra de sa–

grada Escritura, erigida por el sabio arzo–

bispo de Tarragona el Ilmo. Sr. D. Fr. Fran–

cisco Armañá, y que dicho insigne teólogo,

para avivar mi aficion á este estudio, me

babia hecho traducir del hebréo al caste–

llano parte de los Profetas, muchos Salmos

y varios capítulos de la sagrada Escritura

de especial dificultad, dándome con este

motivo luminosas reglas para la traduccion

literal. Tales fueron las razones que moti–

varon el que se me encargara trabajar una

nueva version de la Escritura. Ptnetrado

pues de la mas vi va y respetuosa gratitud

por el honor que me dispensó el difunto

rey

y

Sr. D. Cfrlos IV,

y

animado despues

muy singularmente con la órden de su

augusto hijo el Sr. D. Fernando VII en

que me confiaba de nuevo tan importante

y delicada empresa, me dediqué con todo

mi conato ai desempeño de Ja Real comi–

sion, á pesar de que la miraba superior á

TOMO III,

mis fuerzas; porque siempre con fié mucho

en los auxilios de algunos amigos sabios

y

de sólida piedad, con quienes pudiese con–

sultar los lugares mas dificiles.

«Á

últimos del año

1822,

en el retiro de

una celda del convento de padres Francis–

cos de Sanpedor cerca del santuario de

Monserrate, acabé por fin la larga tarea de

quince años. En virtud de Real órden

de S. M. que me comunicó el Ordinario

eclesiástico, y en consecuencia de lo que

deseaban los censores nombrados tambien

en virtud de Real órden de

10

de julio

de

181

5,

vine á esta Corte para asistir

á

algunas sesiones con que se babia de termi–

nar la censura de mi manuscrito;

y

confor–

mándome al instante con las sabias rtflexio–

nes que sobre algunos puntos se me hicie–

ron, quedó felizmente concluida. Obtenida

despues del Emmo. Sr. Arzobispo Primado

el permiso para imprimir e, como tambien

Ja ingular gracia de . M. de que esta ver–

sion lleve á la frente la régia divisa de su

augusto nombre, que tanto la recomienda,

dí principio á la impresion comenzando

por el uevo Testamento, por ser esta lec–

tura la de mayor utilidad para los fieles en

general, á quienes principalmente se dirige

esta nueva version.

«Pensaba á la verdad pasar casi toda mi

vida trabajando en disminuir sus defectos:

tímido por carácter natural y por el cono–

cimiento de mis débiles luces y talento,

creo que nunca me hubiera atrevido

á

pu–

blicarla. Pero el ver las copiosas ediciones

del uevo Testamento en castellano, que

se están haciendo fuera de Espatia, algunas

de autores no católicos: el saber que se iban

á

imprimir treinta mil ejemplares de la tra–

duccion del Ilmo. Scio, omitidas todas las

notas, aun las mas necesarias,

y

la expe–

riencia del daño que ya ocasionaba la edi–

ción de ocho mil que se despachó en breve,

comenzó

á

ha1:erme vacilar sobre este punto.

Ademas las varias propuestas que se me

habian hecho para qüe dejara imprimir mi

manuscrito, no solo sin ningun gasto mio,

t

sino con muchas ventajas¡ propuestas

qu~

miré siempre como inadmisibles, atendido

el augusto origen de mi comision,

y

en se–

guida la noticia que tuve de que iba á veri-

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