126
DELLE ACUTEZZE
hacen eco ó siguen algunos literatos moder–
nos, asegura formalmente en el
Prólogo
de
sus
Pedazos de Hi'storia,y Razon de Esta–
do,
que «saco en su nombre Bernardo Aldre–
te
el
Origen de la L engua Castellana,y sus
Antiguedades
de. su hermano el doctissimo
P. Aldrete Jesuita»; y en prueba de ello,
cita el cap. l de la obra misma
Del Origen.
- Mas en el lib. r, cap. l, que él alega, no
hallamos sino esta franca y nobilísima con–
fesión de D. Bernardo: « Loque desta ma–
teria alcanzaua trate (dice), i comunique
conquien en ella, desde mi primero ser en
la vida hize compañia; deziame su senti–
miento, i parecer, i con el comuoicaualos
mios, de lo qua[. años
a
recogimos algo, que ·
fue todo comun como todo lo <lemas, sinque
vuiesse cosa partida, ni diuidida, con tanta
concordia i vnion, que ni en lo interior nl
exterior vuo cosa, que no fuesse vna misma.
Desee mucho, que aquel estudio como de
tanto gusto, legozassen todos publicandose,
i aun que se me concedio, solo fue, que sa–
liesse en mi nombre por la modestia, con
que querria que se ocultasseel suio : vueme
de animar, i juntarlo todo, i corresponder a
otros, que ia teniendo noticia del, con ins–
tancia lo pedian....» (págs. 3-4 de la
r.ª
ed.).
Aunque no nombra el Dr. Aldrete á su
fiel compañero de vida y estudios, sabido es
que lo fué su hermano el P. José, como
puede verse en Nicolás Antonio (r, 221),
Rodríguez de Castro
(Gens.
de los
Origenes
de la L eng. castel!.,
de Mayans, l, 6•), fon.
Jau
(Diccion. eti'mológ.,
pág. 483, núm. lx),
Bi'ograf. ecles. compl.
(1
1
365-66), etc.
3896.-De!le Acutezze, che altrimenti
Spiriti, Vivezze, e Concetti volgarmente
si appellano. Da Matteo Pellegrini. In
Genova, Presso
il
Farroni, 1639.-En 8.
0
A.
EL
P.
fü.LTASAR
GRACIA
(!).
Backer
(1
1
222 1)
y Sommervogel (m ,
1647) copian sin ningún comentario, y ha–
cen suya, al parecer, la siguiente cláusula
del
:Joum al des Syavans,
donde, con oca–
sión de dar cuenta de las traducciones de
algunas obras del P. Gracián , se dice así:
« L 'Agudeza
fut traduit en Italien par un
Genois, qui eut l'infidelité de s'en faire
Auteur» (xxrv, 503 de la 2.ª ed.); sin que
se dignarain sus redactores manifestarnos el
origen de.semejante noticia, ni pensaran en
inquirir el norpbre del osado Genovés, ni el
título del libro italiano en que pudiéramos
apreciar la verdad de tamaña superchería.
Más avisado y diligente Oudín en sus
Mss. : «A nimadverti t (dice) Vincentius
Joannes Lastanosa , librum hunc [el de la
Agudeza],
ubi primuril in lucem venit, sic
arrisisse Genuensi cuipiam, ut .versum Ita-.
!ice ostentaverit pro suo atque ediderit. Li–
brum novi equidem hujus ioscriptionis:
De!le Acutezze, overo Spiriti, Vivezze , e
Concetti, da Matteo Peregrini.
In
Geoova,
presso il Farroni, 1639, in 8.
0
Qui liber
haud scio an ipse sit, quem indicare voluit
Lastanosa » (art. del P. Gracián, pág. 3).
Cuanto al libro, no parece que pueda ha–
ber la menor duda en que sea ése justa–
mente el que <lió lugar á la queja. Cuanto
al dicho de Lastanosa, he aquí sus palabras
tal cual aparecen en el Prólogo
A los Lec–
tores
de «El Discreto de Lorenzo Gra–
cian....», respecto al
«Arte dé Ingem'o, Tra–
tado de la Agvdeza....
»
(descr.alnúm. 373.6) :
«Contentole tanto
a
vn Ginoves¡oque la tra–
duxo luego en ltaliauo, y ano se la apropio:
que no se contentan estos con traducir.
el
oro, y plata de España, sino que quieren
chuparla hasta los Ingenios».
No puede ser más categórica ni más ex–
presiva Ja acusación.
Per~
¿será igualmente
verdadera? Óigase Jo que escribe á este pro–
pósito un autor digno de entero crédito, así
por su imparcialidad, como por los argu–
mentos en que se funda.-« El pretendido
plagio de la
Agudeza
de Gracián, hecho
por un Genoves .... es iovencion probable
de Lastanossa, el Mecenas y patrocinador
aragonés, celoso en extremo de las glorias
literarias de su amigo. Como queda adver–
tido en Ja erudita memoria de B. Croce,
I trattatisti italiam' del
«
Concettismo
»
e
B altasar Gracián
(Napoli, 1899
1
págs. 11 y
siguientes) el plagiario no fué el italiano,
sino m<ts bien el español mismo. Gracián
deriva buena parte de las ideas extravagan–
tes sobre la agudeza, y hasta sus clasifica–
ciones retóricas, del trntado muy curioso de