RESPVESTA DEL SERENISSii\10
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se lec el siguiente párrafo, en que se dice de
él: «En el obispo de Troya, auxiliar de Ma–
nila, encontró el grande cargo de haber de–
fendido intrépidamente la inmunidad ecle–
siástica contra las exorbitancias que, con el
consejo de unos de su familia, ejecutó el
gobernador Corcuera....
»
(n, 596).
Sin embargo, el autor de 11}
Respvesta
no
es el P. Cortés Ossorio, como se coligé de
las siguientes cláusulas que tomamos de su
Confenmcia cvn"osa
(descr. al núm. 444, y
copiada, en parte de lo que sigue, al
13
I
7).
«Amigo mio [dice en ella uno de los inter–
locutores].... tenga entendido V. m. que se
le atribuye [al P. Cortés Ossorio
J
el papel,
que se publico primero, con titulo de
Carta
del Preste Iuau....
Tengan, setiores, dixo vn
Academice, que son Vs. ms. poco Críticos,
pues no saben distinguir las plumas, y los
estilos: Son los escritos, como las pinturas,
y los entendidos, por la moda de las obras,
distinguen luego la mano. Yo tengo obli–
gacion
a
reconocer sus obras, porque pro–
fess~
no poco tiempo el ser Di cipulo suyo,
y siempre procure aprender los primores
de eloquencia, que se observan, ya en los
papeles que se le atribuyen, y ya en los que
se ven impressos con su nombre¡ y aunque
en todos muestra la singular erudicion de
su estudio, y la ayrosa valentia de su inge–
nio, todos convienen (si bien
~1
lo contra–
dice) en que en las Apologías se excede
mucho
a
si mismo. Yo protesto delante de
Dios, que no he acabado de leer esse papel,
porque aviendo
empe~;ado
con la golosina
de esta presumpcion, reconoclluego, que le
falta va el caracter de los dem¡'¡s,
«Y porque les sirvan
a
Vs. ms. de dócu–
mentos, oigan las reglas que he observado
en todos sus defensorios. La primera, es vná
variedad divertida, con amenidad tan gus–
tosa' que combida
a
leer, por el saynete de
la recreacion
¡
y a buen seguro, que si yo
pudiera imitarle, no se huviera quedado
tanto tieFnpo esse papel, sin respuesta com–
petente. O quan de otra suerte huviera él
manejado la idea de la Carta del Preste
luan, jugando de las curiosas Í10ticias, que
sin duda tendra de aquel Imperio!....
«La segunda regla, es vna destreza admi–
rable, con que mi Maestro haze bien quisto
todo lo que escrive
¡
porque prescinde con
gran sutileza, la inocencia de la culpa. En
quantos papeles se le pueden achacar con
fundamento, nunca tira a bulto, s_ino que de
tal suerte separa al culpado, que contra
~1
solo toma la contienda. No se vera escrito
suyo, que no sea exprimido, y sonsacado por
fuer¡,;a de la enfadosa, y violenta importu–
nidad de vna injusta provocacion; ni en
~1
se notara clausula que excediendo de la pre–
cisa defensa, ofenda el honor de alguno, que
no sea invasor; ni que trate con menos res–
peto a los que estan constituidos en Digni–
dad. Tanto dista de blasfemar de ninguna
Familia Sagrada, que en todos los papeles
que le prohijan, se esmera en elogios de la
Religion, contra quien otro, en semejante
.lance, prorrumpiera en muy amargas, y
desabridas quexas. Si la Carta de!" Preste
luan se ciñera en estos terminas, pudiera
parecer suya, ya que no en la propriedad,
a
lo menos en la imitacion. Mas si toca en
otros puntos, que son del cuerpo de todos,
y no del particular, no crean Vs. ms. que
essa es flecha de su aljava.... No por esto
pretendo culpar al señor Preste Iuanista,
sino advertir el opuesto dictamen, y el di–
verso estilo. Porque bien mirado tiene mu–
cha escusa el Autor de aquella carta, atento
a que es muy supersticiosa observancia la
de vn desafiado Don Quixote, que sale
a
defenderse solamente con espada, quando
otros le acometen con carabinas. En seme–
jantes lances no ay armas vedadas para el
que se defiende.... No obstante, creo sin
duda, que no vsara de todo el derecho, que
le da el agravio, sino huviera experimen–
tado que le avia salido inutilla templan¡;a,
modestia, y cortesanía con que procedib vn
papel intitulado:
Satisfaccz"ou ajustada,
que
tiene rasgos de la misma pluma ; y debiera
aver hecho mucha
fuer~,;a
....
«La tercera regla, es el moderar la de–
fensa, con tal arte, que solo tache al acu sa–
dor en el mismo Tribunal, donde impuso
la calumnia ; poniendole al mal testigo las
excepciones, y los defectos, que desautori–
cen su falsedad , para repelerfa, sin esten–
derse allinage, sino es en lo que otros han
publicado primero, ni assegurar por cierto
cosa dudosa , ni manifestar al mundo falta