ESTUDIOS INOIGl<JNAS.
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tenia su cb,oza. Estaba construida
a
orillas de un
despei.ia<lero, y tenia dos puertas; la una ·que mira–
ba al camino y la otra que al pie de un prec1p1c10
comunicaba con la vecina montafia. Al amanecer del
siiguiente dia,
a
vista ya de la pajiza choza, Garci
Gonzalo ordeua
{i,
su tropa que a.taque la puerta ex:–
:terior, para eutretener de esta manera
{li
los tenientes
que podi:an acompafiar
a
Paramaconi; mientras el, to–
mando una vereda ocnlta, signe
a
la puerta interior
por donde supone que debe escaparse el cacique.
Ouando este siente los pasos de los Castellanos, man–
·-c.1a
a
SUS
tenientes que defiendan la puerta principal
1
por donde presumia que seria el ataque, y reuniendo
sus mugeres, las conduce por la salida posterior pa–
ra ocultarlas en la montai.itt.. Armado de sn pode–
:rosa macana sale el cacique, cnando, de repente, tro–
·pieza con Garci Gonzalo de Silva . en son de guerra .
Pero apenas le ve Paramaconi, le acomet·e con ade–
man resuelto,
y
le asesta un fo(}rte golpe, qu;e lo dcr–
;riba. Aprovechando el indio este incidente encamina
por la manana sus mugeres, y sin aguardar que su
-contra.rio se restablezca, se precipita por e l despe–
i'iadero. Recobrado el castellano del estupor <lel gol–
pe se levauta, y, ciego de. c6lera, se arroja dando bo–
te por la r{tpida pendiente, en solicitud del atrezido
.adversario. Ouando el Bayardo castellano, estropea–
do por las piedras, llega al pie de la pendiente, ya Pa_
rarnaconi resuelto
y
armado le aguardaba. Oolerico
acomete Gonzalo al cacique; ambos combaten con des–
treza,
ambOS'
se hie.ren y se defienden. Como dos
masas que son
e1
juguete de la corriente, ya se unen,
·ya se separan,
y
vuelv~n
a
fundirse pareciendo un
solo cuerpo, y vnel veu
a
separ arse. Por
m
ucho tiem–
po dura esta urega de dos titanes en la sima del
profnndo valle, cnando el Bayardo castellano log-ra
b.erir al cacique por el costado derecho. Paramaco-