üO ·DE DE AL ATIERRA.
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us capitales. Como de costumbre se acu
ó
1
gobierno de per ida en que tenian la prin ipal
influencia la imprevision y descuido de los par–
ticulares . Murmuraciones mas fundada
se ha–
bian acredita lo poco antes á la muerte del mi–
llonario Cinteros, que segun la voz pública habia
fallecido intestado, y cuyos catorce millones en
virtud de una supuesta última voluntad, e crita,
cuando ya era cadáver, se :epartieron ca i ente–
ramente entre 1 s autoridades y vecinos mas po–
derosos.
Aquel e cándalo o tard' en olividarse , y tam–
bien olvicl "On en art
~u
qu
r nt lo muchos
perjudi ad
1
be se
e · raclo a baja ley de
la inoneda ; I or ue, ccechend á u
instanci s,
notomó par
l
'obierno 1 erecho de Cobos .
Lima , á donde 1
larmas y queja de Poto
i,
llegaban inuy atenuada , y donde la reñida elec–
cione de Santo Domingo habían producido una
excitacion efímera, gozaba
~
osegada de aquel in–
térvalo de eguridad, que en breve iban á inter–
rumpir rie go exteriores, recientes hasta el fin
el siglo. El Yirey, que había aprovechado su
pacífico período para dotar
á
la capital de la
magnífica fuente de bronce, que todavia adorna
su plaza de
rmas, hubo de permanecer aquí por