CONDE DE
L TIERR .
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· en la boca, .esterillas en los oj?s y espinas en la
cabeza. Su
provir~.cial
c rgado de pesadas cade–
nas, llevab un crucifijo en la mano y gritaba
con voz pavoro a : l\'.Ii ericordia, mi erico.rdia
!
Los vecinos de Poto i, que contribuyeron á la
·reedificacion del Cuzco on generosas dadivas,
tardaron poco en verse afligidos profundamente
por otra c lamidad de diferente género. La Corte ,
que habi notado desde muchos. años atras la
falta de la ley en la plata llevada por los galeo–
nes, . repeti . las
6r
lenes, cad día mas
~p re-
miantes, para que
hiciesen con todo escrúpulo
los ensaye
n
a
~
cl.e l¡Uoned , co1no en
las dema
· io e . P r c©rtar de r aíz
abusos de
s en_ enpia, se a ia expedido
en
1649
e
ore enan a e los ensayadores en la
que con minuciosa disposiciones y graves penas
se habia procur do asegurar la buena ley de la
plata en barra
6
amonedada. Los ensayadores
mayores hahian de ofrecer con sus obligaciones,
caudal y fianzEJ. garantías suficiente de que sus
subordin dos tendrían la instruccion, práctica y
fidelidad nece ria . En tqdo caso la responsa–
bilidad eria olí aria en cu ntos interviniesen
en los ensay que se harían con la debida sepa·
r acion de b rras y tej os, inscribiendose con ca-