144
CONDE DE SALVATIERRA.
\
teni an que hi lar
6
tejer el algodon recibido co1no
tarea comun,
y
á
falta ele otras ocupaciones to–
maban parte en las labores n1as ligeras del campo .
Se contraían los matr imon ios en la prin1era ju–
v~ntud
para precaver el libertinage, que el tem–
peramento de los guarani hacia muy de te1ner en
la vida de solteros. P or las noches alía por las
calles una ronda ,
á
fi n de que los <lemas vecinos
•
estuviesen recogidos en su casas . En el templo y
en las diver siones públicas se hállaban los hon1-
bres separados de las mugeres . Ningun forastero
podia ent rar
á
los pueblo sino de paso y con las
mayores reservas en su t rato. Lo
repetidos ej er–
cicios mil i
e
r
,
1
pro-visioh de arril .
la vi–
gilancia sostenüi prec via
6
burl ban los ·asal–
tos, inten, a o
y
or Jo
tna eJuoos ya por los
charrua-s, pa gua
'.1
otros salvages vecinos .
Como aquella sociedad reposaba enteramente
sobre el sentüniento religioso, se cuidaba, ante
todo, de las práctica del culto. Al toque del alba
acudían los niños al templo para cantar los
himnos sagrados , forman do el n1as arinon ioso
concier to con las aves que alaban al Criador por la
mañana con no aprendidas melodías . A la caida
del dia se reuní a el vecindario al toque de la
ca1npana, que llamaba
á
la oracion con1un . Ta1n-