D. JOAQUIN DE
IJA
PEZUE·LA.
349
el segundo, atacado por todas partes, se salvó por
el heroismo de su capit n. La alarma general,
y
la
próxima
v~nida
del dia impidieron realizar otros
ataques, que no
~ran
necesarios para colocar aquel
hecho entre los dignos de eterna fama.
Al saber los realistas,
á
la mañana siguiente, un
acontecimiento, que tanto enaltecía
á
sus enemi–
gos, entraron en un acceso de exasperacion. Varios
individuos de la Macedonia, que habiqn desembar–
cado, fueron asesinados bárbaramente por la chus–
ma del Callao, que los creía partícipes del hecho,
y
era arrastrada al crímen por el español Dionisio
Bautis ~ a,
carpintero del arsenal,
y
por un mulato
llamado Espejo. En Lima fué asesinado un inglés,
dos quedaron muy maltratados,
y
para defender
caras sus vidas hubieron de encerrarse en una casa
otros extranjeros. La autoridad prohibió, que se les
insultára; pero no castigó, como debia,
á
los que
habian deshonrado su causa con feroces atentados.
Por el contrario, se persiguió vivamente
á
los que
en Pisco
y
otros puntos habían dal-º muestras de
patriotismo. Cegados por el miedo los comerciantes
españoles, no se
content~ron
con haber ofrecido, en
' primeros de Octubre, 200.000 pesos á
~u
ejército
por una gran victoria. 30. 000 por la toma de una
batería, 20.000 por romper
6
desarmar la línea ene–
miga,
y
50.000 por la captura de la Isabel, el San
Martín
ó
el Lautaro, . sino que pusieron precio á la
cabeza de
108
jefes libertadores, fijando por la de