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D. AGUSTIN JÁ-UREGUI.

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cuanto

á

las de

la

montaña, se reconoc16, con·dolor,

que habian sido infructuosos los sacrificios hechos

en Chanchamayo; no ofrecían, por entónces, ·des–

pues de prolijos

recono~·mientos,

esperanzas más

lisonjeras las entradas proyectadas por el Mairo,

y

apénas se teniun ideas claras de lo que podrfa em–

prenderse con buen éxito por el lado de Huanta.

Sin aventurarse en la conversion de los salvajes,

el celo apostólico hallaba ancho campo en la cultu–

ra

evangélica de los indios reducidos. El digno

Obispo de Trujillo se desvelaba por tan importante

@bjeto, procurando reunir en poblaciones regulares

y de fácil acceso los infelices dispersos en las bre–

ñas, adonde nunca: llegaban la voz del doctrinero,

ni el trato de las personas bien educadas. Jáuregui

apoyaba con toda decision estas reducciones cris....

tianas, doliéndose de no poder emprenderlas en la

vasta escala que lo habia ejecutado el virey Toledo.

En cuanto de sí pendia, favoreció

á

la maltratada

raza, consumando la abolicion definitiva de los re–

partimientos y la extincion de los servicios perso–

nales todavía subsistentes en las islas de Chilúe,

solicitando el

bue~

tratamiento de los mitayos

y

la

libertad de los que servían forzadamente con

pre....

texto de de\ldas. facilitando

á

todos el desagravio

de sus ofensas

y

rehabilitando su calumniado ca–

rácter.

La buena marcha de los correos,

á

que tan liga–

das están la cultura de los pueblos

y

el movimien-