REVOLUCION DE TUPAC AMARU.
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locales á aconsejar respecto de' éstos igual medida.
El Virey dió órden para que todos tres bajasen
á
Lima; obedecie.ron los jóvenes; pero el tio se obs–
tinó en permanecer en lugares ,donde, haciéndose
sospechoso al Gobierno, se hallaba al borde del
abismo; no ,se le perdonaba, que los indios le respe–
táran é hicieran obsequios tratándole de -Inca, go-
bernador y padre; acusábanle de haber ocultado ar-
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mas y caudales,
y
el querer conservar el nombre de
Tupac Amaru, que era el de sus mayores , constituía
un crímen irremisible . El Virey de Buenos-Aires
comun~có
algunas noticias alarmante del alto
Perú; Avilés, Moscoso y varios curas las corrobo- ·
raron con otras del Cuzco ; el corregidor de Quis-
picanchi sorprendió un a junta sospechosa en los
altos de Marcapata, y cerca de Lima hubo una in-
sensata intentona, que parecía indicar planes me-
jor concertados en otra parte. Jáuregui, que no de-
seaba proceder de ligero por no de acreditar el in-
dulto, se creyó con suficientes datos p ra prender
,á
los que aparecian complicados en aquellas tramas .
Mariano
y
Andres, que estaban educándose en el
·colegio del Príncipe, entraron en las cárceles de
Lima
y
su causa se encargó
á
uno de los oidores
más respetables; su infeliz tío
fué
preso en Sicuanl
con otros
miem~ros
de su familia, al mismo tiem-
po que se aprehendía á los amotinados de Marcapata
y
á
otras personas peligrosas , sin que en ninguna
parte tratáran de oponerse
á
la ju ticia. Avilés
y
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