4
EL CONDE
DE
LA MONCLOVA.
comercio, no obstante seguir prosorito por la ley,
satisfacia necesidades apremiantes
y
estaba en el
inter.esdel maY-or número. Confo.ndiéndose así la.
defensa de los Borbones con el sostenimiento de la
religion, del rey y de la patria, todos quisieron
alistarse en las milicias' rivalizando en ardimiento
artesanos
y
estudiantes, caballeros y mercaderes,
lá casta privilegiada
y
la maltratada gente de co–
lor; cuantiosos donativos fueron ofrecidos por to–
das las clases para auxiliar
á
los guerreros de la pe–
nínsula,
y
entre éstos ocuparon lugares eminentes
algunos caudillos peruanos.
Bajo el Conde de la Monclova no ocurrieron no–
tables hechos de armas en la vasta ex,tension del
vireinato. Las misiones, que el apostólico padre
Fritz
ha~ia
avanzado en la parte baja del Amazo-
. nas, comprometidas ya por las incursiones brasile- ·
ras al fin del último reinado, se deshicieron com–
pletamente al principiar el siglo xvm; porque no
hubo medios de auxiliar
á
tan larga distancia, y al ·
traves de regiones casi intransitables,
á
los indios
Omaguas, que estaban decididos por el Perú. o–
rno para resarcir estas pérdidas, se logró sin gran
esfuerzo desalojar
á
los portugueses de la colonia
del Sacramento, que habían establecido sin el me–
nor obstáculo
á
la _orilla izquierda del Plata, des–
pues que el débil Cárlos II hubo de dar por no ha–
bida la victoria de los valientes destructores de su
· primer éstablecimiento.