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EL CONDE DE LA MONCLOVA.

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la atencion, que el simple cambio de vireyes. Aun-

que el alto clero, apegado

á

la tradicion y todopo–

deroso bajo la anterior raza, habria dado la prefe–

rencia al preteudiente Cárlos de Austria sobre el

aclamado Felipe V; los peruanos, que todavía no

sabian pensar de otro modo que la córte, inclina-

ron su voluntad hácia el bando elegido por los cas–

tellanos; y su decision se afianzó, sabiendo, que el

nuevo soberano habia sido designado por el difun-

to Cárlos

JI,

cuyo testamento obtuvo la aprobacion

del sumo Pontífice. La guerra de sucesion, que

no tardó en estallar, convirtió aquella decision en

entusiasmo; porque entre los enemigos de los Bor...:

bones se contaban l_os ingleses, los holandeses

x_

1

los portugue es, detestados en el vireinato por sus

repetidas hostilidades y por sus creencias cuando

ménos sospechosas. El recelo , que poco ántes ins- ·

piraban los franceses por sus empresas filibusteras

y

por los grandes males , que en su largo reinado

infiriera Luis XIV

á

los dominios españoles, habi'.a

h

'\

disminuido mucho desde que el gran rey se de–

claró protector del católico Jacobo

II ;

desapareció

al tomar bajo su poderosa 'proteccion

á

la España,

y

se cambió en aficion decidida despues que los

buqi:ies franceses entraron en el Pacífico, sea como

aliados, sea como comerciantes. Su alianza daba

fundadas e peranzas de rechazar las formidables

a resiones marítima · , que pudieran intentar de

concierto las escuadras holandesas

é

inglesas. Su