-42-
mano del cacique. preso. A la bajada ele una sierra grande
para un río, salieron grandísimo número ele indios . que
estaban en celada, los cuale dieron en la rezaga que iba
con seis de caballo ; no pudiendo en El camino defenderse
ni ofendellos, porque e muy cue ta abajo, saliéron e dél
a un lado tomando un alto adonde se defendían lo mejor
que podían, más ¡,qué les valía ? que ks dieron tanta
· priern, que, muerto un español y su caballo, los cinco
que quecl.aban no tuvieron otro remedio viendo que ya
no podían valerse con ellos, sino retraerse fuera del ca–
mino a juntarse con la vanguardia. El apitáµ y lo
que iban eran hasta catorce o quince de a caballo, e
viendo la grita ,que los indios traían en lo alto con lo
españoles, vuelven a mEdia rienda la sierra arriba hasta
llegar a un mal paso, donde hallaron ya indios pues.tos
que se le defendieron. Los e pañole pelearon con ello
lo mejor que podían más todo no les valía nada porque el
camino era muy ango to y lo indio eñareaban lo alto,
y
a esta causa eran &eñore dellos. P are ciéndole al Capi–
tán y a los que con él estaban que los de la r ezaga serían
ya muertos,
y
que allí era imposible poderse sostener si
toda la gente sobrevenía, acordó de bajarse al río con
la mejor órden que pudo, metiéndo e entre do brazos; no
pasó del todo a la otra parte porque e taba la ba'rranca
llena de gent e de guerra. A esta hora habían llegado los
cinco e pañoles tan cansados los caballo y ellos, que no
sabían de sí; los indios pa aron a un brazo, e pusiéron ·e
en un arboleda donde alían a pelear. con ellos, y lo
que estaban ae la otra parte ni más meno , de manera
que por todas partes estaban cercados. De ta manera se
sostuvieron todo el día, adonde eran tan combatidos que
milagro. amente se podían sostemr.
\ isto por el Capitán el ruin aparejo que allí había