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las cosas. Ambos capitanes partieron de Los Reyes un
día; Gonzalo de Tapia iba muy satisfecho con sesenta de
caballo que llevaba, porque en aquel tiempo se pensaba
poder ir con ellos hasta Chile, aunque toda la tierra es–
tuviera de guerra, y recibió desto muy gran engaño se–
gún le subcedió, porque al pasar de un río grande, que
está pasado el despoblado de Guaytara, pasáronle por una
puente adonde se hace un paso muy fragoso; estaban in- .
dios en celada y en la parte del río hácia Los Reyes,
y
mny mayor cantidad después de pasados hácia esta ciu–
dad sobre una sierra por donde va el camino, que es
uno de los peores pasos desta tierra.
La gente de éaballo y fardaje comenzaron a subir
el paso, los indios se estuvieron quedos hasta que los
tuvieron en el medio de la sierra; cuando aquí los vieron
parescieron por lo alto della grandísimo número dellos,
echando piedras muy grandes por la ladera abajo, que
tenían puestas y aparejadas para aquel
:fin.
Los e pañoles,
viendo la mala disposición de la tierra, adonde los caba–
llos ántes estorpaban que aprovechaban, quisiéronse re–
tirar a la puente, más cuando ·negaron ya e taba cortada
de los indios quP. de la otra parte del río quedaban e -
condidos, que ei'an para aquesto. Los españoles .quedaron
encerrados entre él río y la sierra, de manera que unos
con otros e embarazaron; el Capitán y per onas par–
ticulares pelearon muy bien, má ¿qué le
aprovechaba~
que de Jos ceiballos no se podían aprovechar, y a pié, co–
mo los indios tenían lo alto, era tanta la multitud de
.piedras que caía sobre ellos que no dejaba ninguno a vida,
y así murieron todos peleando, que ninguno scapó si
no fueron algunos esclavos que tomaron a vida para pre–
sentar al Inga.