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podía excu ar abajó basta un pueblo pequeño, adonde
hallaron sólo un indio, que con tormentos confrnó que
encima de la sierra estaba y los e peraba toda la ti'erra
de guerra,
y
que por fu-erza habían de pasar por donde
estaba la junta. Visto no tener otro remedio sino camina::.–
aqutl pa o de noche, partieron como la$ noches pasada ,
y abajaron a un río de muy malos paso , adonde á la
mano derecha del camino, por lo alto, parescían fuego',
por donde conocían que lo que el indio dijo era verdad.
Yendo a tieuto por no saber el camino y ser demasiada–
mente fragoso, se perdieron seis españoles de todos lo'
otros, los cuales, no sabiendo a donde irían, dieron en
un pueblo adonde hallaron con mucho descuido, por no
ser por allí el camino, muchcs indios de guarnición en
un grande apo ento, que antiguamente con otros muchos
se hicieron para
E
te efecto. Los seis e pañoles dieron en
ellos con tan buen ánimo, que no paró hombre con hom–
bre; hecho esto, viendo estar perdido de su Capitán y
entre tanta gente de guerra, no abían que e hacer. Uno
dellos, diciendo a todos que estuviesen quedos, fué sólo
a buscar el ca.mino, y, no sin mucho peligro, se dió tan
buena maña, que lo halló y volvió a llamarlos y los guió
por él, yendo sif:mpre adelante, por el rastro de los ca–
ballos, de qne iban todos en alguna manera. contentos,
hasta que lo perdieron porque el Capitán, por aviso del
indio que los guiaba, había dejado el camino real y to–
mado una enda por despachar un pueblo adonde les estaba
e. perando la gente de guerra.
Los seis españoles iban por el camino teniéndose por
descaminados, porque tenían por co a muy cierta, que
venido el día no podía escapar ninguno dellos, porque,
además de er tan pocos, iban unos caballos heridos
y
otros lisiado . Media hora podía haber antes que amane-