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fácilmente. Después que vm1eron como las otras veces,
todos los días había escaramuzas muy de ver, donde se
señalaban los españoles; más como por lo que Hernando
Pizarro mandó, que era matar en los alcances todas las
mujeres que pudie en, con este temor no venían a traer
bastimentas a
s~
maridos, y como ·ellos forzado lo habían
de traer, no venían con tanto aparejo para sostener los
cercos como de antes, porque en acabándoseles eso poco
que traían luégo se iban a sus tierras, y por esta causa este
cerco duró poco y murió alguna gente dellos. Pasados
cinco días que . los indios se fueron, parescieron sobre
un cerro a
vi
ta de la ciudad ha ta cien indios dando muy
gran grita. Salió a ellos Hernando Pizano con hasta cua–
tro de a caballo que se hallaron más pre tos; como llegaron
cerca, los indios huyeron dejando. en el suelo dos líos:
Hernando Pizarro con los demás fué s:.guiendo el alcance
bien una legua. Vuelto a el lugar donde estaban ántes
los indios, mandó llevar los líos a la· ciudad, llevando con–
sigo tanta tristeza cuanta por aquella muestra era razón
que mostrase, porque
hallar.ondentro cabezas de cris–
tianos. Llegado a su posada halló que en el un lío venían
seis cabezas, y en el otro muy grande cantidad de cartas
rasgadas, y entre ellas casi una entera de la Emperatriz,
nuestra señora, en que hacía aber a esta tierra la vic–
toria que V. M. había conseguido contra la Goleta y
reino de Túnez, y contra Barbaroja y los turcos que con
él allí estaban. Por otras carta particulares se supo co–
mo el Gobernador había enviado gente a socorrer a esta
ciudad; R emando Pizarro para saber qué se había hecho
de ella hizo dar tormento a algunos indios que se habían
prendido, los cuales dijeron que mucha gente había ve–
nido de Lo Reyes, y que todos habían sido muertos por
. los indios de guerra, porque el Inga tenía doscientas ca-