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za, los cuales aconsejaban a Hernando Pizarro que des–
amparase la ciudad
y
se buscase camino para salvar
las vidas. I-Iernando Pizarro sonrriéndose, el rostro ale..
gre, les r espondió : " Jo sé yo señores cómo quereis po–
ner eso por obra, porque a mí no me viene ni ha veni–
do temor alguno". De vergüenza desta palabras no osa- _
ban declarar us prop&si os; otros muy a la clara ha.–
cían corrillos. Hernando Pizarro disimuló con elJos to–
do aquel día, y en siendo de noche mandó llamar a Juan
Pizarro
y
a Gonzal9 Pizarro, y a todas las otras per–
sonas de quien se hacía cuenta,
y,
estando juntos, pa–
resciéndole que si disimulaba más con ellos podría ser
que se le desvergonzasen para dejalle la ciudad, el ro.·–
tro sereno, no mostrando punto de temor, viendo en la
confusión que todos estaban, le habló desta manera:
"Heos, scñore , pedido por merced que os
juntáse~
des para habla1: a todos juntos, pare ciéndome que los
indios cada día se nos desvergüenzan má ,
y
creo que
la causa el encogimiento y tibieza que en algunos han
conoscido,
y
que n.o es poco claramente decir que de–
samparemos el pueblo; porque si vo , Juan Pizarro, tal
voto diéscdes, parescería que tuvistes ánimo para defen–
dello a Almagro cuando se quiso alzar, y que para co1:1
los indios, que no le tuvieron respeto os falta;
y
~
'os,'
Tesorero, os parescería muy feo hablar en tal co a, pues
teneis a cargo los r eales quinto ,
y
sois obligado a dar
cuenta dello con la mesma oblio-ación como tiene el
· Alcalde a dar cuenta de su fortaleza; y vo otro , .
e-)
ñores Alcaldes y Regidores, no es razón que al pueblo
que teneis encomendado para administrar en él ju ti–
cia ·le hagais tan grande sin razón que le entregueis
y
dejei. en mano de los tiranos, porque mal contado me
sería a
mí
que la tierra que D. Francisco Pizarro, mi