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la ciudad, muchos dellos se metieron dentro, y otros
se pa aron a partes más fuertes, y com0 por esta can- .
sa dejaron desembarazado
el
camino, pudo Hernando
Pizarro enviar mensajeros a Juan Pizarro, enviándole
todos lo peones e indio amigos, evisándole que en nin–
guna manera se determinase a combatir hásta la noche,
porque los contrarios eran muchos y estaban hechos
fuertes, que no podían ganar honra con ellos ; envián–
dole asimismo a avisar que él no pelease, porque, co–
mo por la herida que había sacado de la escaramuza de
Chinchasuyo no podía ponerse celada, sería muy gr_an..
de desatino entrar sin ella a pelear. Los españoles les
mostraron hacer noqhe con mucha disimulación; los in–
dios a e ta causa estuvieron con algún descuido, hasta
que paresciéndole a Juan Pizarro que era tiempo, man–
dó acometellos y que tomasen una plazas cercadas que
t enía la fortaleza delante. Gonzalo Pizarro, con toda la
gente de un tropel, comenzó a combatillos; como los
indios les vieron subir, vinieron grandísima infinidad
de ellos 'defendiéndolas, mostrando tanta resistencia, que,
aunque Gonzalo
P~zarro
hacía todo lo que podía por sa–
lir con su propósito, los español es comenzaron a afl o–
jar; Juan Pizarro, no lo pudiendo sufrir, arremetió a
favorecellos,
y
como era coymltura · adonde se a:ventu...
raba mucho, animando los españoles él y Gonzalo Piza–
tro delante de todos con los demá Capitanes, a pe ar
de los enemigos, les ganaron las plazas, metiéndose a
vueltas de ellos por ella , llegando hasta el cuerpo de la
fortaleza · y queriendo Juan Pizarro const:lguir la victo–
ri~
con entrar dentro y
toma.Hadel todo, arremetió a
la puerta, la cual era de esta manera: desde la puerta
del mmo salían de una parte y de
o~.ro
uno paredones
hasta hacer otra puerta adelante,
y
e tos cubiertos por