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dió cuartel por ser muy poco , y porque los imdios
hcn–
cían muy poca cuenta dellos.
Otro día, sábado, día de San Juan Ante-Portam,La–
_:!i._nam, amane-,;ció tomada la fortaleza
y
por todas la
provincias
y
partes que he dicho cercada la ciudad, di.–
vidida toda la gente en nueve parte ; en qúe había de
- ehcuaclrón Je veinte mil indios,
y
de <loce mil
y
diez mil,·
que por todos, según después se averiguó, eran cien
mil indios de guerra
y
ochenta mil de servicio. Luego,
a la parte de la fortaleza,
pu~ieron
fuego a las casas
que estaban en la ladera, y así como se iban queman–
do venían gananéi.o tierra, haci endo por la calles alba–
rradas y cavas. Acaeció e te día hacer muy gran
vien~
to,
y,
como los altos .E:ran de paja, en un punto no pa–
rescía sinu que toda la ciudad era una llama de fuego,
adonde era tan grande la grita de los indios, y el hu–
mo tan espeso que no se veían ni oían los uno · a los
otros. Cada Capitán tenía cargo de su cuartel, adonde
era tanta la priesa que los indios les daban que no se
podían valer, ni dar a manos; Hernando Pizarra an–
daba con mucha priesa favoresciendo a donde veía la
mayor necesidad.
L.osindios se favorescían en tanta ma–
nera, pensando ser ya todo hecho, que con grandísima
determinación se metían por las calles y peleabaIJ. ma:
no a mano con los españoles.
Paresciéndole a Hernando Pizarra que según el es–
trecho en que estaba era menester de usar de algún ar–
did, para que los españoles no desmaya en .y los ene–
migos no cobrasen mayor esfuerzo, sacó de las compa–
ñías hasta veinte de a caballo, y con ellos salió hacia
la parte de Condesuyo, dando en los indio con tanto
esfuerzo, que hiriendo y matando en ellos los llevó has–
ta las quebradas que se hacen a la sierra, adonde se re-