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ta cau a como por hacer men ajeros al Gobernador
ha~
ciéndolc aber lo que pa aba, era razón retirarse, lo hi-
zo así enviándole las cartas con indios amigos.
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En este comedio, había venido un vecino a pedir li–
cencia a Juan Pizarro, que
qu~dó
en la ciudad, para
ir
a unos pueblos suyos de donde se le vinieron a quejar
sus caCJques, diciendo que gente dt: guerra los Jestrnía
y
robaba, adonde fueron tres españoles
y
los mataron,
porque todo era con cautela de indios; de los españoles,
que escaparon algunos, se supo la traición. Juan Pizarra
salió a socorr.ellos, y hallando rastro de los muertos y
la tierra tan fragosa que era forzado entrar a pié, pa–
resciéndole, con la gente que llevaba, que era muy poca,
no podía dejar de dar más cebo a lo indios, se volvió.
En este mismo tiempo fué Gonzalo Pizarra hacia la pro–
vincia del Collao, una jornada ele aquí, adonde halló tan..
tos indios de guerra, que no pudo hacer cosa ninguna;
todos tres hermanos llegaron a un tiempo a sta ciudad.
I1uego,
otro día, se upo como en Yucay había mucha
gente .de guerra, y creyendo estar allí el Inga, dijo Her–
nando Pizarro a Juan Pizarra y Gonzalo Pizarra fue–
sen a dar n él; los cuales fu eron, y antes que llegasen
al río que pasa por medio del valle, les tenían quebradas
las puentes, y no tuvieron otro remedio sino echarse con
los caballos al agua. Los indios por defcnclelle · el paso, y
ellos por pasar, fu é cosa muy de ver cuán bien lo hicie–
ron los españoles, porqu e ganándoles el río mataron mu–
chos dellos, poniénclo e todos en buída.
Estando en sto, vinieron grandísimo número ele in–
dios sobre la ciudad, los cuales e pusieron en ti.erra muy
fragosa, porque toda la más es ansí; Hernanclo Pizarro
mandó dividir la gente en dos partes; la una, con un
Capitán, para que diese en ellos por las e paldas, y con
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