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Esa noche llegó allí muy poca gente, por la gran jorna–
da del día antes, y convino, porque todos e juntasen, es–
perar hasta el tercer día, que partieron con muy buena–
orden camino de Guaytara, sabiendo que el Adelantado
era ido. Obra de una legua podrían haber andado cuan–
do toparon dos e. pañoles, y avisaron qué ya el Adelan–
tado venía camino lasta ciudad, y con tanta prie a, que
mucha parte <le la rezaga dejaba perdida. Sabido esto
dieron vuelta, para atajalle, por un ele poblado, y todo
este día caminaron con ·muy poca orden, porque iban
fuera de camino y malos pasos, ha ta que les anocneció
y
les fué forzado, aunque muy divididos, parar. Otro
día esperaron ha ta hora de comer porque se recogiese
toda la gente,
y
anduvieron por el ra tro que llevaba Or–
goñez. Llegados a lo alto del desploblaclo comenzó a· llo–
ver y nevar mucho, poco antes que anocheciese, adonde
se halló la gente que no llegaban a do cientos hombres.
Esta misma noche durmió el Adelantado con su ejér–
cito una legua de allí,
y
estuvo muy determinado de ve–
nir a dar en el real del Gobernador, presumiendo el tra–
bajo en que
est~ban
por ser mucha de su gente recién
venida a la tierra,
y
en los despoblados que hay nieve se
marean como en un golfo de mar; Orgoñez lo estorbó,
porque no podían ·pensar que estuviesen tan desbarata–
dos, diciendo que mejor nería esperallos allí en la r.eza–
ga, echando toda su rezaga adelante,
y
a
í
e hizo. Como
otro día amaneció, vióse el real del Gobernador y la gran
falta que tenía de gente,
y
la que había e taba, con tanto
de cuido y tan desapercibida, in contento ninguno, que
.tenían muy gran gana de retirar e ; Hernando Pizarro,
conociendo el tral:>ajo pasado, y el qu
~
esperaban en dos
o tres jornadas que habían de pa ar de de poblado con
Lieve, y sin omida, que na la tenían, pare cióle buen