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de yrse a su tierra en auiendo en que, que lo
cumpliesse
y
se
f
uesse, pues auia recaudo en que
yrse,
y
que le daria para el y para .sus capitanes
y
compañeros tanto oro quanto quisiesse para
sanar el mal de corac;;on que todos ellos tenían.
A Hernando Cortes no le plugo esto que Monte–
zuma le auia dicho, y luego le dio en el alma a lo
que vernia esta armada tan grande
y
de tantos
nauios, aunque no sabia quien era el General
della. Para remediar esto, si venian contra el, ha–
ziendo demostración, con su prudencia, que no
entendia la manera de aquella venida, escriuio
por la posta vna carta muy llana y de gran come·
dimiento
y
cortesia, al capitan que venia, dando-–
le el parabien de su venida y que se ho'ft'aua mu–
cho. Otras escriuio a fos del Cabildo y Regimien–
to de la
Vi ll~
Rica, y a ciertos vezinos della, para
que le auisassen de la ll egada de los onze nauios,
y quien era el Genera l, lc.s quales cartas lleuaron
quatro yndi os .principales que Montezuma le dio.
En la que escriuio a Pamphilo de Naruaez le hizo
saber de la forma y manera en que estauan los
negoeios con Montezuma, y de toda la tierra, la
qua! estaua ya de paz, y los yndios estauan quie–
tos y pacificos y puestos al seruicio y vasallaje de
la Corona Real de Castilla, y que para ello auian
todos hecho el juramento que en tal caso se re–
queria, para seruir fidelissimamente al Rey como
leales vasallos. Y pues auia llegado a tan buena
coyuntura, que
f
uesse seruido que
~e
aj untas sen.