228
a ui an desemba r cado de las ba r cas, y que vení a n
por tierra para entr a r en la cibdad a fu en ;a de a r –
mas . P or ta nto, con g r a n presteza salieron los pa–
n amenses dell a, como a nimosos hombres, y les sa–
l ie ron a l encuentr o con mucha gente y a lg una a r–
till ería y hordena r on sus esquadrones no menos
fu ertes qu e los de su contra ri o, ca yua n mu y ga–
nosos de pelear y deffender sus pe r sonas y ha –
zi end as y hecha r a los enemi g os fuer a de toda la
ti er ra, porque otros no vini e
en de ay a delante.
P ues
com?
ll ega r on a vista los vnos de los otros se
pus ier on los pa namenses de ta l ma ner a qu e toma–
ron v n siti o muy bueno, por que los
s~yos
no peli·
grassen, y a
i agua r dauan a los co ntrnri os para
que llegassen mas cer ca, porqu e ll ega rí a n b ien
cansados, pu es veni a n todo a pie . L os de Hinojo–
sa come n<;ar on de ma r char s u poco a poco p ie
a nte pie , por no cansarse, has ta enco nt ra r se con
los panamenses, todos los qu a les los v nos
y
los
ot ros camina ua n a l son de los atambor cs y pi fa r os
llenando todas las vanderas desp legadas tremolan–
do a l vient o. Los panamenses er a n muchos mas
que sus contra r ios, m as esta ua n cassi todos des –
a rmados, porque He rnando Bachicao por hazer
mal y daño se ll euo todas las a rmas qua ntas pudo
halla r por que no se a pro ucchasse n de ll as en a lg-u n
tiempo, aunque a la Yer dad se escond ieron a lgu–
nas. L os de la flo ta, au nque er an pocos, veni an
cassi la mayor par te de ll os a r mados }' bien ga no-
os de dar la batalla, por da r saco a la c ibdad , don–
de pensaron aprouecha r se muy bien con los
hur–
tos y rapi ña que au ian de hazer en la ropa de los