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agraui ados se bolueria lu ego si n hazer otra cosa,
y
pues er an todos amigos y conoscidos que tuui e–
ssen por bien que el General saltasse en ti erra .' L o
panamenses no tuuieron por c ier to ni qu ·ssieron
creer lo que los mensajeros auian dicho, antes el
Gouernador Juan de Guzman
y
Ju an de Yll anes
y
los capitanes de Ja cibdad Juan Fernandezde Rebo–
lledo, Francisco Nluñoz de Auila, juan Vendrell,
ca talan, Pedro Ari as deAzeuedo,Andres deArey–
za, Juanes de \:auala y Balthasar Di az, que todos
era n r eg idor es
y
hombres ricos, se pussieron en
arma . Y por tanto
reze l~ndose
de Hinojosa, cre–
yendo que seria aun mas peor que Bachicao, deter–
minaron de no le dexar saltar en tierra , ca lo teni an
por punto de menos valer que hombres del P eru
quisiessen entrar en la cibdad con mano arma–
da.
Á
es to re pondieron los panamenses a los dos
mensajeros que
dixe
sen a Pedro Alonso de Hino–
josa como ellos a_u ian determinado ·de no le r esce–
bir en ninguna manera ni por ning una via, porque
estauan escarmentados de lo que Hernando Bachi–
cao auia hecho en la cibdad los dias atras mien–
tras en ella estuuo. Mas qu e si el veni a como dezia
a pag·a r los daños
y
menoscabos que Bachicao
auia hecho , que viniesse en ora buena , mas que
auia de ser tan solamente con diez o doze hombres
y
que ellos los
r esc~~irian
a la leng ua del agua con
muy entera y buena voluntad. Y esto auia de ser
con tal aditamento qu e ante todas cosas embiasse
toda Ja flota y gente que traya a las yslas de las
Perlas, o a la ynsula de Taboga, porque de otra
maner a, como dicho tení an, Jos caualler os que auia