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LVI

su arte. Allegado a la costa de la mar, como no avia

barcos, p6r estar e,n Gaura, para en que el Visorrey

pudiese atrauesar a la ysla, despues de bien pensa–

do usaron de otra mayor maldad, que fue mandar al

Visorrey que entre dos peque.ños

ha~es

de paja se

metiese, para que

~n

yndio lo llevase a aquella ysla.

El afiixido

o~brn,

temiendo no ser sorvido en el mar,

blandamente les rogaua no quisiesen que se pusiese

a peligro tan grande; mas no enbargante sus dichos,

el leal .cauallero fue puesto en aquella paja, pidiendo

primero un testimonio a Simon de

Al~ater,

escriba–

no que alli , estaua, de como pedia y rrequiria a el

Licenciado <;epeda no permitiese que asi fuese lle–

uado, y tambien le pjdio otro testimonio de todos los

que avian venido de Los Reyes con los Oydores; Si–

mon de Alc;;ater lo.s dio e yo los e visto, y aun los

tengo en mi poder; y por ser esta la

sustan~ia

no

los pongo a la letra. Entrado en la balsi.lla el Viso–

rrey, dos yndios le lleuaron a la ysla que ya emos

dicho, partiendose luego el licenciado Rodrigo Niño

con los otros que yvan a guardar al Visorrey, en

otras balsillas como en la que el avia ydo; y allega–

dos a la ysla, el Visorrey fue puesto en una tienda a

todo el rresjstedero

del

_.sol_, que no es poco en

aquella rregion, pues jamas las nuves, aunque mas

agua conxelen, derraman c0n que la tierra pueda

ser

rro~iada;

,Y alli oyo artas feas palabras de los