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en qu
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anto a lo que dezian el y _sus .capitanes y
Maestro de campo que le diessen la gouernacion
de los reynos y prouincias1del Peru, si no que los
matarian. A esto responqieron los Oydores que
de
ot.ramanera se auian de pedir las i:nercedes,
y
no con arhena<;as, que de ·aquellas cosas no agra–
dauan nada a Su Magestad, quantimas que ellos
no podían dar gouernacion a ninguno, porque tal
comissfon no trayan, sino que el rey lo auia de
proueer y darla a sus leales seruidores quando lo
meresciessen. Y en quanto
á
lo que tocaua a sus
muertes, que ellos saldrian al campo a los esperar
con los capitanes
y
$Oldados que Su Magestad te–
nia en la cibdad, que
e~l~s
como leales deffende–
rian sus personas y idas,
y
que si alli muriessen
ser:ia .visto morir en seruicio de Su Magestad y no
por el ·ynteres que ellos pretendían sacar en estos
deuaneos. Mas con todo esto, que por euitar mu–
chos escandalos y daños que se podrían recrecer,
se pusiesse en tela de juycio, para ver si los capi-·
tanes y cibdadanos que traya consigo querían pe–
dir
~guna
cosa para el. Y que esto auia de ser
ante la Real Audiencia y por via hordinaria, como
se suelen pedir las otras cosas por escripto, y que
para ello embiassen dos o tres procuradores con
poderes bastantes, y qÚe en el casso se proueeria
lo· que fuesse justicia. Partido e_?te mensajero, lue–
go el Oydor ·cepeda procuro de dar batalla al
ti–
rano si no 1e traya buena respuesta, y como vino
el mensajero sin traer ninguna aueriguacion que
fuesse buena, apercebio sus capitanes y soldados
para que todos saliessen al campo a esperar al