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licenciado Rodrigo Niño, con otros cai;,alle1
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os
que van en su conipañia; por donde vera que no
lo lleuan pm
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a lo 11iatar.1 ni para lo ahoga1
1
.1.
sino
PC!:.!.ª
lo apa1
1
tar que no lo J_naten.
Estas razones
y
otras muchas passaron entre el Visorrey
y
el Oy–
dor Cepeda, y ·como eran largas (1), Cepeda por
no las oyr mando a los quatro yndios que lo auian
de lleuar, remar la balsá, y como el Visorrey estu–
uiesse ya embarcado, se allego a la balsa Hernan
Gon<;ales Ramusgo, conquistador de la tierra, y
le dixo:
¡A Señor! muchos días ha que emos
sospechado que vuestra Seño1'ia se auia de ver
en estos trabajos;
y el Visorrey rescebio desto
gran pesar y enojo y callo con
gran
prudencia, y
los caualleros que yuan con el en las otras balsas
le reprehendieron por lo que le auia dicho. Otros
dizen que no le dixo nada desto, sino que el dicho
Hernan Gorn;ales de Ramusgo, que ) endo ya por
la mar
dio
bozes a los hombres que yuan junto a
la balsa, diziendo:
¡A señores! mirad bien por
él,
que nada como vn pexe; no se nos vaya) que sera
peo~espues
pa1
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a nosotros.
Dizen que el Viso–
rrey, vuelto a el, le dixo;
Dezid, villano, ¿donde
me conoscistes o vistes nadar?
y
que el villano
callo, que no respondio cosa alguna; y assi fue lle–
uado a la ysla, en donde estuuo algunos días guar–
dado con muy gran vigilancia y cuydado porque
no fuesse lleuado por los de la flota. En esta ysla
de Lobos estuuo el Visorrey algunos dias, en don–
de se hallo el mas triste y apassionado hombre de
(I)
Ms.
largas
y.