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el alferez Matheo Ramirez, el gala.n, salio a la
.pla<;a con animo denodado y comen<;o de campear
la bandera;
y
Martin de Isassaga, vizcayno,
y
Pe–
dro de Verg·ara, con la espada desenuaynada y
v.naadarga ante pechos, se pussieron a la entrada
de la plac;a y a grandes bozes dixeron: ·biua, biua,
el príncipe Don Philippe, nuestro señor, y liber tadl
y boluiendo las caras a sus compañeros les dixe–
ron: ¡esfuerc;o, caualleros, esfuen;o! ¡a ellos, a
ellos! que ya desmayan y huyen; con esto arreme–
tieron -con sus cauallos Diego de Aguero [y] An–
toño Solar con otros muchos de a
~auallo
de la
liga, c.ontra los
arcabu~ero
del capitan Serna , no
dexando de la boca el apellido ¡del
príncip e~
fJ:illi_ppe y libertad·!
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0yendo los soldados de Serna
[apellidar] el nombre del prindpe y libertad, y co-
.
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mo por la.mayor parte sea muy dulce en los oydos
delas gentes el nombre de la libertad, fue de todos
' muy füen oydu, porque auia entre ellos muchos
que eran amig·os de nouedades y dissenssiones,
que les ptouoco a seguir la vandera de los conju–
rados, que en breue espacio se ajuntaron todo en
vn cuerpo y en vnanimes, desamparando a su ca–
pjtan. Los tres Oydores, viendo que l'a cosa yua
trauada, se apartaron de los soldados de la liga y
$e fueron a poner en el cimen.terio de la yglesia
mayor, en donde mandaron traer luego .. g__uatro
sillas y vna gran mesa y vnos bancos para hazer
alli Audiencia, desde donde vieron -toa o lo que
passaua, y de alli dieron animo
y
auilenteza a los
conjurados para que pasassen
ad~lante.
El capitan
G
ronimo de la Serna, viendo que sus arcabuze-