346
hasta cien ho_mbres,
y
desque los vieron todos se
holgaron mucho y luego se dieron animo los vnos
a los otros para que pass assen ad lante. Marchan–
do, pues, todos los prendedores, yuan diziendo a
grandes bozes para que- todos lo oyessen: _¡Viva
el rinci e
J!o!1
_f..hilippe, nuestro .señor, y liber–
tad! y assi , entrando por el portillo de la cerca, se
fueron todos a poner a . vna esquina d-e la plac;:a,
entre la casa de Diego de Aguero y la tienda de
]
uan Gomez, ya que s ria
á
hora de tercia . Como
estendiessen los ojos por la pl ac;:a ieron vn gran
esquadron que
es t a.u~
puesto delante de la puerta
de palacio, y los arcabuzeros alli junto con su ca–
pitan Geronimo de la Serna, a los qua les vieron
yr hazia ello con los arcabuze .encarados y ti–
rando con ani
112:_0
y
presteza,
y
desde los corredo–
res tiraüan tambien a es ta calle doze arcabuzeros
que estauan alli puestos . El capitan Martín de Ro–
bles, P edro de Ver-gara, Francisco
el
Escobfl,r,
Dieg o·de Aguero, Antoño Solar,
Ventur~
Beltran
y los tres Oydores con los demas de la liga , e.orno
vient:>n que el capitan Geronimo de la Serna y los
SU}
os les tirauan de en medi o de la pl a<;a
y
de los
corredores, s e arrimaron a vna
~arte
de la pared
ha zia mano yzquierda a la tienda de Juan Gomeb,
y las balas dieron en la pared de Diego de Argue–
ro, que si es to no hizieran fueran los perdidosos.
Despues que uvieron tirado la primer a roziada>
ya que es ta-uan cargando para tirar otra vez, sa–
lieron de repente los arcabuzeros de_J ªliga
c9-
menc;:aron a tirar á los leales
y
l~s
ma ta ron lue;o
vn arcabuzer? que cayo junto a la picota; a luego