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na entrauan ya, y de lo que el les dixo por los mo–
uer a que no subiessen y de la -respu.esta que le
auian dado con sendos arcabuzayos, por donde
conosciá la mala yntencion que todos trayan. Pues
com9 digo, Martín de Robles, Nicolas de Ribera,
Pedro de Vergara, Martin de Ysassaga y los .demas
de la liga, oyendo el mandado de los
Oydor~s
to–
maron consigo hasta quarenta arcabuzeros y vezi–
nos de la cibdad y subieron todos arriba, dexando
ante todas cosas en la puerta a los demas de la
liga para que les hiziessen espaldas mientras ellos
prendian al Visorrey. Quando los tumultuarios lle –
garon a las puertas
d~
la camara donde el Visorrey
estauá, las hallaron bien atrancadas, las quales
rempujaron fuertemente,
y
no las pudiendo abrir
dezian a bozes a los de dentro que les
abriesse~
las puertas, que no qnerian hazer cosa alguna sino
hablar tan solamente con su Señoría de parte de
los Oydores y dar luego la vuelta. Como algunos
vieron que no se abrian las puertas, dixeron con
animo dañado y peruerso que se pussiesse fuego a
las pu@rtas para que el Visorrey y los que
CQ)l
el
estauan se quemassen dentro y que se acabarian
ya de concluyr tantas sospechas y rezelos como
teniah del. A cabo de rato el Visorrey mando abrir
las puertas para ver lo qúe harian los tumultuarios,
y abiertas ellos entraron con gran ftlria diziendo:
¡viua el Pr.incipe Don Philippe, y libertad!;
y
los
délanteros que entraron fuer,on Martín de Robles ,
Nicolas de Ribera, Ventura Beltran, Pedro de
Verg~ra,
Geronimo de Aliag_a, Antoño Solar,
Di~-
-=
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go de Aguero Francisco d'Esc0bar, el tio, y Mar-
G.
DE . SANTA CLARA.-Il.-I.º
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