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lleuar a cas,a de Cepeda, que biuia en casa de Ma–
ria d'Escobar, que auia sido muger del capitan
Francisco de Chaues que mataron los chileses
.quando mataron al Marques Don Francisco Pic;a–
rro, y ellos se adelantaron para hazer alli Audien–
da. Muchas y grandes fueron las befas y escar–
nios que hizieron al Visorrey, apartado que fue de
los Oydores, yendo por la calle, que como lo lleua–
uan tan asido y apretado parescia que no llcgaua
con los pies al suelo, has ta que llegaron a la possa–
da de Cepeda, en donde se hazia Audiencia. Assi
como el Visorrey entro por la sala donde estauan
los quatro Oydores con muchos letrados y cibda–
danos y soldados, y como el yua con enojo les
dixo: ¿Que .es esto, señores? ¿assi se prenden los
V1sorreyes
y
Gouernadores de Su Magestad con
mano armada, como si yo fuera el mayor cosario
de todo el mundo? Mirad lo que aueis hecho, por–
que el dia de oy aueis cometido vn hierro mu}
grande que redundara y caera sobre vuestras ·
honrras y famas, y sobre todo en vuestros linages,
que no os podreis lauar con toda el agua qu ay
-en la mar si no poneis en ello r emedio con hazer–
me soltar libremente. A esto respondío Cepeda )
dixo con yra: la prision que se ha hecho en la per–
sona de v. s. esta bien hecha, por quanto Su Ma–
.g-estad no embio a v. s. a matar con crueldad a
los
hombres que ay en la cibdaq, con sus propias
manos, comó cruel verdugo. Ni menos venimos a
despoblar esta miserable cibdad, como v. s. yn–
tentaua hazer, sino a tenella,
y
a la demas, en
mucha paz
y
quietud, gouernandolas con razon
y