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fin, el 'isotr y tuuo creydo que ciertamente loma–
taran si hablaua muc::ho, porqae vido claramente
que todos quantos alli estauan le querian mal de
muerte y ning uno le era fa uorable, porque los que
le querian bien estauan presos y los dernas le auian
desamparado , y si alguno estaua alli no se atreuia
hablar, de puro miedo. De manera que acabadas
las bozes y portias vsso· el Visorrey de vn ardid y
maña con ellos, que fue encomendar e
á
ellos mi s–
mos, principalmente al Oydor Cepeda, que le dixo:
mirad por mi, señor Cepeda , no me [ma]te alguno,
porque vos
y
vuestros dos compañeros a ueis de
dar cuenta de mi vida a Su Magestad . Respondio
Cepeda y dixo: yo la dare a Su Magestad como v . .
lo manda; por tanto , callé y no hable, que no aura
nin guno qu e se atreua a tocar a su per sona mas
que a la del rey nuestro señor ; y assi callaron to–
dos. Esta pris ion del Visorrey fue juev s a di ez
)
o~ho dia~
de Setiembre de 1544 añÜs,- el qu a l fue
tray do, como hemos dicho, a casa de Cepeda, y
passadas otras cosas se fueron los Oydores a us
cas a comer, y todos los demas. El Visorrey
quedó detenido en vna camara,
y
en todo este dia
no fue desarmado , antes se le puso muy buena
guarda a su persona porque no l e matasse alguno
o porque no se fue. se; al qual dexaremo vn poco
hasta la tarde, por dezir de otras cosas que passa–
ron en este dia . Tuuose entendido y fue opinion de
todos que s i Don Alonso de Montemayor es- -
tuuiera en la cibdad, que nunca los tumultuarios
prendieran al Visorr ey, porque era hombre vale–
roso y los dnquenta soldados que lleuo eran su s